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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 24 de febrero de 2021

POEMAS DE LUOISE GLÜCK (VERSIÓN EN CASTELLANO DEL POETA CHILENO CARLOS TRUJILLO)

 


LOUISE GLÜCK, Premio Nobel de Literatura 2020

Versiones en español de Carlos Trujillo

  

"Pienso que el deseo de hacer arte produce una experiencia continua de anhelo, una inquietud que a veces, aunque no inevitablemente, se manifiesta romántica o sexualmente. Siempre parece algo por delante, el próximo poema o cuento, visible al menos, comprensible, pero inalcanzable. Percibirlo por completo es ser perseguido por él; un sonido, un tono, se convierte en un tormento: el poema que encarna ese sonido parece existir en algún lugar, ya terminado. Es como un faro, excepto que, cuando uno nada hacia él, él retrocede."

(En The Poets Laureate Anthology, W.W Norton and Company, 2010, p.85)

 

 

 

UNA NOVELA

 

Nadie podría escribir una novela sobre esta familia:

demasiados personajes similares. Además, todas son mujeres;

sólo había un héroe.

 

Ahora el héroe está muerto. Como los ecos, las mujeres duran más;

para su propio bien, son sumamente fuertes.

 

Desde este momento, nada cambia

pues no hay trama sin un héroe.

En esta casa, cuando dices trama lo que quieres decir es historia de amor.

 

Las mujeres no pueden cambiar.

Oh, se visten, comen, mantienen las apariencias.

Pero no hay acción, no hay desarrollo del personaje.

 

Todas están decididas a suprimir

las críticas al héroe. El problema es

que él es débil; sus escenas especifican

su función, pero no su naturaleza.

 

Quizás eso explique por qué su muerte no fue conmovedora.

Primero se sienta a la cabecera de la mesa,

donde más se necesita la figura insigne.

Luego se está muriendo, a unos pies de distancia, su esposa sosteniendo

un espejo abajo de su boca.

 

Es increíble cómo se mantienen ocupadas, estas mujeres, la esposa y las dos hijas.

Poniendo la mesa, recogiendo los platos.

Cada corazón atravesado con una espada.

 

 

 

LA CULPA DE TELÉMACO

 

Una paciencia como la que mi madre

practicaba con mi padre

(que en su ensimismamiento

confundió con

un tributo, aunque de hecho era

una especie de rabia, ¿nunca

se preguntó por qué estaba

tan bloqueado para expresar

su natural abandono?): eso contaminó

mi infancia. Pacientemente

me alimentó; pacientemente

supervisó a los amables

esclavos que me atendían, a pesar

de mi conducta, una suposición

que evalué con creciente

violencia. Me parecía claro

que desde su perspectiva

yo no existía, ya que

mis acciones no tenían

el poder de perturbarla: yo era

la envidia de mis compañeras de juego.

 

En las décadas siguientes

Me sentí orgullosa de mi padre

por mantenerse lejos

incluso si se alejaba por

razones equivocadas;

yo solía sonreír

cuando mi madre lloraba.

Espero que ahora pueda

perdonarme esa crueldad; espero

que entendiera lo parecida

que era a su propia frialdad,

un recurso para mantenerse

separada de lo que

uno ama profundamente.

 

 

 

LA FANTASÍA DE TELÉMACO

 

A veces me pregunto por los

años de mi padre en esas islas: ¿por qué

era tan atractivo

para las mujeres? Supongo que entonces se veía en apuros,

desesperado. Yo creo

que a las mujeres les gusta ver a un hombre

todavía entero, todavía en pie, pero

a punto de hacerse pedazos: tal

desintegración les recuerda

la pasión. Yo pienso en ellas como viviendo

toda su vida

completamente desnudas. Yo creo que deben

haberlo deslumbrado esas mujeres

que eran mucho más jóvenes 

y obviamente

salvajes para él, dispuestas

a hacer todo lo que él quisiera. ¿Es

afortunado encontrarse circunstancias

que respondan tanto a la propia voluntad, a vivir

tantos años

sin cuestionamientos ni frustraciones? Uno

tendría que creerse

enteramente bueno o digno. Yo supongo

que con el tiempo

uno se convierte en un monstruo o

la amada ve lo que uno es. Yo nunca

he deseado la vida de mi padre

ni tengo idea

de lo que sacrificó

para sobrevivir a ese momento. Menos peligroso

es creer que se sintió atraído por ellas

y se quedó allá

para ver quiénes eran. Sin embargo, creo también

que como hombre imaginativo,

hasta cierto punto, se

volvió lo que eran ellas.

 

 

 

EL NIDO

 

Un pájaro construía su nido.

En el sueño, lo miré de cerca:

en mi vida, yo trataba de ser

testigo, no teorizar.

 

El lugar donde empiezas no decide

el lugar donde terminas: el pájaro

 

tomaba lo que encontraba en el patio,

sus materiales básicos, explorando

nerviosamente el patio desnudo al comienzo de la primavera;

entre los escombros, en la pared del sur, presionando

unas ramitas con su pico.

 

Imagen

de la soledad: la criaturita

acercándose sin nada. Después

unas ramitas secas. Llevando una a una

las ramitas al escondite.

Que es todo lo que era entonces.

 

Tomó lo que había:

los materiales disponibles, pues el espíritu

no era suficiente.

 

Y luego tejió como la primera Penélope

pero para un fin diferente.

¿Cómo lo tejió? Tejió

cuidadosamente pero sin esperanza, las pocas ramitas,

 

con cierta su agilidad, con cierta flexibilidad,

eligiendo estas en vez de las quebradizos, las reticentes.

 

Comienzo de la primavera, desolación tardía.

El pájaro rodeó el patio desnudo

esforzándose para sobrevivir

con lo que le quedaba.

 

Tenía su tarea:

imaginar el futuro. Volar sin parar

llevando pacientemente las ramitas hacia la soledad

del árbol expuesto a la constante frialdad

del mundo exterior.

 

Yo no tenía nada con qué construir.

Era invierno: no podía imaginar

nada más que el pasado. Ni siquiera podía

imaginar el pasado, si se tratara de eso.

 

Y no sabía cómo había llegado aquí.

Todos los demás mucho más adelante.

Regresé al principio

en un momento de la vida en que no podemos recordar

los comienzos.

 

El pájaro

recogió ramitas del manzano, conectando

cada parte con la obra existente.

Pero, ¿cuándo hubo de repente una masa?

 

Tomó lo que halló después que los demás

terminaron.

Los mismos materiales: ¿Por qué debería importar

terminar último? Los mismos materiales, el

mismo

restringido color café. Las ramitas café

quebradas y caídas. Y en una

una hebra de lana amarilla.

 

Luego llegó la primavera y me sentí inexplicablemente feliz.

Sabía dónde estaba: en Broadway con mi bolsa de compras.

Frutas de primavera en las tiendas: las primeras

cerezas en Formaggio. El comienzo

de las forsythias.

 

Primero estuve en paz.

Después estuve contenta, satisfecha.

Luego tuve destellos de alegría.

Y la estación cambió-- para todos,

por supuesto.

 

Y mientras miraba hacia afuera, mi mente se agudizó.

Y recuerdo con precisión

la secuencia de mis respuestas,

mis ojos fijos en cada cosa

desde el refugio del yo oculto:

 

primero me encanta.

Luego, puedo usarlo.

 

 

 

EROS

 

Había acercado mi silla a la ventana del hotel, para mirar la lluvia,.

 

Estaba en una especie de sueño o de trance--

enamorada, y sin embargo,

no deseaba nada.

 

Parecía innecesario tocarte, verte de nuevo.

Solo quería esto:

la pieza, el cabello, el sonido de la lluvia cayendo,

hora tras hora, en el calor de la noche primaveral.

 

No necesitaba nada más; estaba totalmente saciada.

Mi corazón se había vuelto tan pequeño que hacía falta muy poco para llenarlo.

Vi la lluvia caer a cántaros sobre la ciudad oscurecida--

 

A ti no te importaba. Yo hice las cosas

que una hace a la luz del día, me absolví a mí misma,

pero me movía como sonámbula.

 

Eso fue suficiente y dejaste de estar involucrado.

Unos días en una ciudad extraña.

Una conversación, el toque de una mano.

Y después, me quité el anillo de bodas.

 

Eso era lo que deseaba: estar desnuda.

 

 

 

EL TIEMPO

 

Siempre había demasiado, después demasiado poco.

Infancia: enfermedad.

Tenía un timbrecito al lado de la cama--

al otro lado del timbre, mi madre.

 

Enfermedad, lluvia gris. Los perros dormían mientras llovía. Dormían en la cama

al fondo de ella, y ​​me parecía que comprendían

la infancia: mejor permanecer inconsciente.

 

La lluvia formaba franjas grises en las ventanas.

Yo me sentaba con mi libro, la campanita a mi lado.

Sin ver ninguna señal del espíritu, decidí

vivir en el espíritu.

 

La lluvia llegaba y se iba.

Mes tras mes, en el espacio de un día.

Las cosas se volvieron sueños; los sueños se volvieron cosas.

 

Entonces me recuperé; la campanita volvió al armario.

La lluvia paró. Los perros estaban en la puerta

jadeando por salir.

 

Estaba bien, luego, era adulta.

Y el tiempo pasó-- era como la lluvia,

tanto, tanto, como si fuera un peso que no se podía mover.

 

Yo era una niña, medio dormida.

Estaba enferma; me sentía protegida.

Y vivía en el mundo del espíritu

el mundo de la lluvia gris,

de lo perdido, de lo recordado.

 

Entonces, de repente, el sol estaba brillando.

Y el tiempo pasaba, incluso cuando casi no quedaba nada.

Y lo percibido se convirtió en lo recordado;

lo recordado, en lo percibido.

 

 

 

ANIVERSARIO

 

Te dije que podías acurrucarte. Lo que no quiere decir

que pongas tus pies fríos sobre mi verga.

 

Alguien debería enseñarte cómo actuar en la cama.

Lo que creo es que deberías

mantener tus extremidades para ti mismo.

 

Mira lo que hiciste-

lograste que el gato se moviera.

 

            Pero yo no quería que tu mano estuviera ahí.

            Yo la quería aquí.

 

            Deberías prestar atención a mis pies.

            Deberías imaginarlos

            la próxima vez que vea a una quinceañera sexy.

            Porque hay mucho más en el lugar de donde vienen esos pies.

 

 

 

LOS NIÑOS AHOGADOS

 

Lo ves, ellos no tienen juicio.

Así que es natural que se ahoguen

primero el hielo que los absorbe 

y luego, todo el invierno, sus bufandas de lana

flotando detrás de ellos mientras se hunden

hasta que por fin se calman.

Y la laguna los hace subir con sus múltiples brazos oscuros.

 

Pero la muerte debe llegarles de otra manera,

tan parecida al principio.

Como si siempre hubieran sido

ciegos e ingrávidos. Por eso,

el resto es soñado, la lámpara,

el útil mantel blanco que cubría la mesa,

sus cuerpos.

 

Y, sin embargo, escuchan los nombres que usaron

como señuelos al deslizarse sobre la laguna:

Qué esperan

para volver a casa, vuelvan a casa, los perdidos

en las aguas, azules y permanentes.

 

 

 

OLMOS

 

Todo el día traté de diferenciar

necesidad y deseo. Ahora, en la oscuridad

Sólo siento una amarga tristeza por nosotros,

los constructores, los cepilladores de la madera,

porque he estado mirando

fijamente estos olmos

y he visto que el proceso que crea

al retorcido e inmóvil árbol 

es un tormento, y he comprendido

que no creará más que formas retorcidas.

 

 

 

EL VASO VACÍO

 

Pedí mucho; recibí mucho.

Pedí mucho; recibí poco, no recibí

casi nada.

 

¿Y entre eso? Se abrieron algunos paragüas dentro de la casa.

Por error, hubo un par de zapatos sobre la mesa de la cocina.

 

Qué mal, qué mal-- era mi naturaleza. Tenía

un corazón duro y distante. Era

egoísta, estricta hasta el punto de la tiranía.

 

Pero siempre fui así, incluso en la primera infancia.

Pequeña, morena, temida por los otros niños.

Nunca cambié. Dentro del vaso, la abstracta

marea de la fortuna pasaba 

de alta a baja de la noche a la mañana.

 

¿Era el mar? ¿Respondiendo, tal vez,

a una fuerza celestial? Para estar segura,

rezaba. Trataba de ser una mejor persona.

Pronto me pareció que lo que empezó como terror

y maduró hasta volverse

narcisismo moral, en realidad, podría haberse convertido

en real crecimiento humano. Tal vez

esto es lo que querían decir mis amigas, tomándome la mano,

diciéndome que entendían

el abuso, la increíble mierda que acepté,

lo que implica (así lo pensé una vez) que estaba un poco enferma

para dar tanto por tan poco.

Mientras ellos querían decir que estaba bien (apretando mi mano intensamente) -

una buena amiga y una buena persona, no una criatura patética.

 

¡Yo no era patética! Estaba escrita en grande

como reina o santa.

 

Bueno, todo lleva a una conjetura interesante.

Y se me ocurre que lo crucial es creer

en el esfuerzo, creer que algo bueno vendrá simplemente de intentarlo,

un bien completamente incontaminado del corrupto impulso iniciador 

que persuade o seduce--

 

¿Qué somos nosotros sin esto?

Girando en el oscuro universo

solos, asustados, incapaces de influir en el destino--

 

¿Qué tenemos realmente?

Unos tristes trucos con escaleras y zapatos,

trucos con sal, intentos recurrentes de motivación

impura para construir el carácter.

¿Qué tenemos para apaciguar las grandes fuerzas?

 

Y creo que al final esta fue la pregunta

que destruyó a Agamenón, allá en la playa,

listos los barcos griegos, el mar

invisible más allá del sereno puerto, el futuro

letal, inestable: fue tonto, al pensar

que podía controlarse. Debería haber dicho:

No tengo nada, estoy a tu merced.

 

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