Buscar este blog

"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

martes, 11 de abril de 2023

"PUNTO DE PARTIDA" POR EL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI



El tiempo y la muerte se miran las caras. Vivir es simplemente huir rumbo a la muerte. Nada tiene significado si el tiempo es ilimitado. La muerte no debiera ser un evento pasajero, sino ese instante que valoriza todo.

 

El eje de toda una vida será la búsqueda incesante de trascendencia.

 

Cuando se pierde propósito el tiempo se estira al infinito en una especie de vacío. La paradoja es que simultáneamente vemos acercarse a la muerte. El insomnio es solitario y la página en blanco encandila. No aporta luz sino tinieblas. Las ideas huyen de una mente sin anclas y la muerte parece una salida frente a la dispersión. Subo escaleras en vez de un caótico ascensor. El piso cuarto se encuentra demasiado silencioso. Escribir va devolviendo el equilibrio a las células. La homeostasis va templando la función de cada órgano. Hay tiempo para todos los procesos vitales. Una letra, una sílaba y una sentencia renovadora. Observo la puerta que se cerró detrás. Una membrana de acceso a este edificio, a este piso existencial que otorgará más tiempo. En la caja de escala estaba completamente drogado y observaba la luz de la rendija. Ese instante aniquila el ego. Una ameba ocupando un lugar placentero. La tentación del placer orgásmico, ese tiempo sin tiempo cuando todo es posible y la trascendencia importa un comino. Tiempo donde botar cargas, anhelar afectos, despilfarrar dinero para olvidarse de todo lo realizado porque necesitas una lección. Dejar atrás ese ego inútil, debido a que lo anterior no debiera importar para hilvanar nuevas historias. El pasillo es largo y angosto. En realidad, son tres pasillos que dan al único ascensor. El 404 no es un vehículo, es un lugar de sanación. Carece de ojo de buey; todavía estoy poseído por ese placer instantáneo. Hago el ridículo, pero la gente teme a este hombre alto. Voy aligerando la mochila que le da demasiado peso a los años por venir. Ese orgasmo irá cediendo y la muerte va saltando de número. Antes era el 405, se aleja afortunadamente, 410 será la última puerta. Cuántos años transcurrirán entre esos números, cuántas palabras saldrán de mi boca, alcanzaré a escribir la historia del ministro extraviado en el segundo piso.

 

Lo extorsionan porque su amante es transexual y le dicen que persevere con sus reformas que llevan a ninguna parte. El 201 ha alcanzado consenso, el royalty minero ya no es el primer disparo de 9 milímetros. Se ha convertido en una inocente arma calibre 22. La economía se irá a la mierda, mientras los mafiosos seguirán presionando al ministro. Dale con la reforma tributaria, ya estamos amoblando el 202 y la 203 pensionará sobre la línea de la pobreza. Este último cuarto es significativo para los mafiosos, pero buena parte de los economistas también está de acuerdo. Pero los mafiosos quieren seguir informales e impulsarán al ministro a acercar la pensión al sueldo mínimo. El bien común no importa, siguen obcecados por romper los límites. El ministro ama al sujeto del 911. Hermafrodita que cumple todos sus deseos, los del frente ampliado de su corteza cerebral. Creerá que todo es posible al anunciar que la economía se está ajustando.

 

El segundo pasillo no es para sanarse, sino para darse cuenta de que sin propósito es mejor morir mañana. La rutina de los desayunos, almuerzos y cenas son importantes como andenes de descanso. Pero el ser humano debe trascender. Comiendo y cagando no se llegará a lado alguno. Seré vegano porque me importan los animales o por salud, pero vivir cien años conduce a ninguna parte. No se es más sabio por ser más viejo. Para algunos será suficiente el transcurrir de los días, pero la verdad es que uno entiende por qué Amy Winehouse se hizo mierda. Alguien que la quisiera, no por ser una cantante extraordinaria, sino una mujer divertida.

 

El amor es un refugio para la mente, un descanso. La típica rutina adquiere significado cuando estás acompañado. Servir un desayuno a la mujer que amas y tener una de esas conversaciones tridimensionales. La puesta de sol adquiere valor, un lugar para compartir. Pero ese amor no te salvará. La vida invitará a escribir una biografía donde amar no es suficiente. Debes agregarle algo a esta existencia de redes sociales donde cada vez estás más solo.

 

La mente se atasca en un piso cuarto y debes incursionar en otros pasillos. 421 de Trinidad es la dirección de un amigo. Su edificio mental se está desmoronando. Quizás quisiera aniquilarme mañana, pero mi amigo ya no tiene esa opción. Los pisos de su edificio se están difuminando, cada vez va perdiendo altura. Simplemente ya no puede vagar por el 423 porque ese cuarto ya no existe. Quisiera ayudarlo, pero primero debo escribir un futuro. Una historia para que el 425 tenga una salida que me comunique con otras creaciones.

 

Lo perverso de este 425 es que he vuelto a aplazar la muerte que ahora espera en el 430. En el otro pasillo hice añicos al ego, volví al tiempo presente, pero ahora tengo que volver a reconstruirlo. Es una ola incesante que cambia de tamaño, pero requiero afirmar mi personalidad para volver a levantarme y pensar que puedo entablar relaciones con otro ser humano. Sin ego sería despreciable y nadie querría conversar conmigo.

 

El ministro pensaba que amaba a ese otro ser humano, cuando en realidad amaba la forma de sentir su cuerpo. Este ministro ha perdido su propósito, ya no ama las reglas de la ciencia. Se miente a sí mismo echándole la culpa a los jóvenes mafiosos que anidan en su corteza cerebral.

 

El ciclo recesivo está a la vuelta de la esquina. Ante la tempestad el ministro esconde la cabeza. Necesita transitar otros pasillos una vez que el infierno lo deje retomar el control. Requiere recobrar su propósito y hacer volar la imaginación. En su corteza cerebral anidan otras teorías menos dogmáticas.

 

Lo importante es navegar. Debe haber peligro para que el andar adquiera valor. Riesgo a que acabe el tiempo y peligro de perder la vida.

 

Todos los habitantes del edificio se juegan la vida en este juego de dados. La muerte hará que todo esto tenga sentido.

 

No hay comentarios.: