Buscar este blog

"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 17 de noviembre de 2023

"EL LARGO CAMINO DE VÍCTOR ORTEGA", PRÓLOGO DE ANDRÉS MORALES A "ESTE TIEMPO" DE VÍCTOR ORTEGA (MAGO EDITORES, SANTIAGO DE CHILE, 2023)

 


                                       Conocí a Víctor Ortega hace ya unos treinta años. Eran los hermosos días del taller “Aldebarán” en los años noventa. En mi departamento de la calle Roger de Flor constituimos un espacio que convoqué “a los cuatro vientos” para aquellos “valientes” que se iniciaban en la escritura. Los jueves por la tarde, a partir de las siete, entre ocho y doce personas nos reuníamos a hablar de poesía, de literatura, pero, sobre todo del oficio de escribir y de las inmensas esperanzas que abrigaba cada uno en el complejo arte de la escritura. Eran sesiones largas que, a veces, terminaban a medianoche. Se leía, se discutía, se criticaba y, también se escuchaba respetuosamente la voz de cada uno. Mi opinión orientaba, moderaba y, en muchas ocasiones, mediaba en las disputas, aconsejando –sin paternalismos- lo que creía resultaría mejor. Fueron años del taller donde todos sometíamos nuestras obras a todos los integrantes: pura democracia. Si bien, yo era el más experimentado, cada juicio personal, cada postura y cada propuesta fueron respetadas con sabiduría por parte de cada uno. Víctor no fue la excepción. Un jovencísimo muchacho de dieciséis años se sumó, al principio muy tímidamente, a estos encuentros semanales… Y, durante años, casi nunca faltó a las sesiones. Sus primeros poemas, como los de todos los que comenzamos alguna vez este camino, mostraban una extrema sensibilidad, pero carecían de la experiencia del oficio (del hacer y del leer) y de los años propios que configuran la vida misma. Día a día, mes a mes y año a año fuimos todos testigos de cómo crecía ese muchacho en su andadura poética. Y no sólo él, sino todos nosotros en nuestras diferencias y en nuestros registros. Así, Víctor descubría, poco a poco, sus propias alas que le permitirían llegar hasta Este tiempo, a este libro de su “edad de la razón”.

                                      La necesidad de dar a conocer la obra de cada cual hizo que aparecieran dos antologías que recogieron los textos de estos nuevos poetas. Primero, en 1994, Aldebarán (Santiago, RIL Editores) y luego, en 1996, Antares (Santiago, RIL Editores).[1] La alegría y el descubrimiento de lo que hace una obra impresa fueron sopesados con madurez por cada uno de los autores. Igualmente, el saber de la existencia del “otro”, del lector y del crítico… El comprender cómo un poema puede transformar a quien lo escribe, lo lee, lo disfruta y lo medita.

                                      Víctor Ortega entendió cada una de las lecciones poéticas que el taller podía entregarle, pero, a mi parecer, al mismo tiempo, quiso forjarse una vida propia con mucho esfuerzo y habitando –al decir de Heidegger- “poéticamente el mundo”. Así creció intelectualmente y como persona, estudiando dos carreras, formando una familia con hijos, ampliando sus horizontes de lecturas y de experiencias.

                                      Y hoy, el poeta Ortega, entrega este volumen de poemas. Este no constituye un cierre en su búsqueda sino todo lo contrario, una obertura y un destino que promete otros libros y otras direcciones. Víctor ha sabido entender que parte de su camino está en la escritura, en el farragoso sendero de la poesía donde las satisfacciones son siempre menos que las penurias. Pero en su libro, en Este tiempo, Ortega lo tiene claro. Su voz, a veces muy desesperanzada, nos descubre un mundo agreste y complejo. Poemas como “Negaciones”, “Abandono” o “Vida breve” son capaces de estremecer al lector dejándolo en un abismo de interrogantes y sinsentidos. Por otra parte, la sensible mirada sobre los mineros (con quienes Víctor trabaja hace años) le hacen preguntarse por el destino de aquellos que parecen condenados a la permanente desventura y a la muerte segura. 

                               La poesía de Ortega es la vallejiana asunción de un mundo y una vida que a veces nos destruye, pero que, a veces, logra encender una luz de esperanza para quienes se aventuran en la orfandad de su universo.



                    Madrid, 6 de noviembre de 2023.-




[1] En Aldebarán publicaron sus obras: Viviana del Campo, Marcelo del Campo, María Luisa Hanisch, Roberto Lazo, Alberto Medina, Andrés Morales y Eliana Rabié. En Antares, lo hicieron: Mauricio Adana, Jessica Astete, Viviana del Campo, Mireya Elberg, María Luisa Hanisch, Carolina Hepp y Víctor Ortega.

No hay comentarios.: