(de Austral y otros poemas)
Editado en Chile, N O T E B O O K/ p o i e s i s [ B
l u e L i n e ]
POEMAS COMO BELLOS
PECIOS
La
poesía de la destacada escritora argentina Ángela Gentile, en este libro,
parece una colección de pecios hermosos, restos visuales de naufragios, trozos
de memoria que se asoman en la costa. Esta obra se despliega como un sensible y
sutil homenaje a la tierra hermana, Chile, en particular a su poesía, a sus poetas,
su dolor, su herencia y su historia. Cada poema es un pequeño pecio valioso, un
breve tesoro que nos insinúa algo necesario de pronunciar, algo que no debe
perderse en las corrientes del Lethe. Desde las tierras que la poeta refiere me
dejo conmover por sus palabras, por sus adjetivos que dan vida, que hacen
florecer la rosa, así como lo pidió el brillante Huidobro. Bienvenidos a este
manojo de versos que abrazan a todo un país austral, hermano en las penurias y
también en la esperanza.
LUIS
CRUZ-VILLALOBOS Casazul, Curicó, verano 2024
II
Toda inmensidad
nos olvidará.
Toda huella nos
hará regresar.
III
Esa conversación
se perdió entre las redes de los pescadores.
Cercanos a las
ostras, los dedos deshilaron voces y huracanes.
En los pozos se
reflejó la última noche.
Era un mar de
muertos, aguas que conocían el círculo del silencio.
V
Llovía sobre el
agua y sobre los delfines.
Las algas se
desprendían de las piedras
y caían como
estrellas al mar.
VI
Con el tiempo,
nuestros rostros devendrán fotografías.
Y así seguiremos
anclados en los que fuimos.
IX
La lluvia caía
sobre las minas cercanas a Los Vilos.
Llovía sobre el
vendedor de empanadas que solo conocía la palabra mar.
Llovía sobre la
arena y sobre la cesta de libros.
Alejadas las dos
de la noche que nos convertía en sombras, leí La bandera de
Chile
junto al corazón de la poeta.
(de Otros poemas)
II
Las mujeres
bordaron en tierras de muertos,
lavaron en el
Pacífico
los dedos
de Violeta,
tus poemas Huidobro
y la Estación Terminal de Lihn.
Huidobro:
— El invierno pasaba por las calles
III
La oscuridad pobló
las alas de los pájaros,
las caracolas
recogidas por los lafkenches[1]
y alcanzó los
telares andinos de un mundo sin luz .
Huidobro:
— Aquel árbol frágil
guarda todas las lluvias
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