Oleo de Waldo Gómez Apablaza
¿Adónde caminar por estas calles
si el ritmo de mi boca está despierto;
a dónde, solo, quieto, medio muerto,
mirando aquel espejo de Versalles?
Aquí, en el invierno, en este plato
abriéndome camino con los ojos,
sencillamente sordo, mudo, rojo
roncando sin salir de mis zapatos.
Tal vez alzando el brazo y olvidando
la bilis y la sangre detenida:
tal vez con la razón o equivocado,
mordiendo los metales, tiritando,
iré por el azul de la avenida,
por este azul de grito abandonado
(A Héctor Henríquez)
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