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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 31 de marzo de 2021

APUNTES SOBRE "ESPACIO" DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ POR EL POETA ESPAÑOL JAIME SILES



Espacio sigue siendo en muchos aspectos un enigma como también  lo fue  para su autor. De ahí, como indica Gaetano Chiappini[1] , su “vasto campo  esplorativo, aperto e rivolto in ogni direzione “.   La crítica[2]  ha visto en él un monólogo interior en el que Juan Ramón hace balance de sus trabajos y sus días, establece una analogía entre el paisaje de La Florida y el de su  Moguer natal [3] e insiste  en  la misma  identificación entre espacio y lengua que había hecho ya antes en Argentina  y   que  refiere en La Corriente Infinita: “he encontrado -dice allí [4]- a Dios en la consciencia de lo bello”; lo que “habría sido imposible -añade- si no hubiese oído hablar en español”. Espacio y lengua[5] constituyen, pues, dos ejes que determinan la  creación de este carmen perpetuum,  que es una suma de todos sus temas y tonos anteriores y siguientes a la vez y que  describe en el “Prólogo” que  él mismo puso a la publicación  del Fragmento primero en la revista  Cuadernos Americanos  -XI, 5 (1943), 191-192 - donde explica que , pese a su desinterés por “el poema largo con asunto” , toda su vida ha “acariciado la idea de un poema seguido (¿cuántos milímetros, metros, kilómetros?) sin asunto[6] concreto, sostenido sólo por la sorpresa , el ritmo, el hallazgo , la luz , la ilusión sucesiva, es decir, por sus elementos intrínsecos, por su esencia. Un poema escrito  que sea a lo demás versificado” y que  “fuera la sucesiva expresión escrita que despertara en nosotros la contemplación de la permanente mirada inefable de la creación”. Considera que una escritura así “ha venido libre a” su “conciencia poética y a” su” expresión relativa, a su debido tiempo, como una respuesta formada de la misma esencia de” su” pregunta, o más bien, del ansia” suya” de buena parte de “ su “vida, por esta creación”. En términos similares se expresaba en una carta a Luis Cernuda, fechada  unos meses antes - concretamente  en julio de 1943[7] - en la que le comunicaba: “Ahora, hace tres años, tengo en mi lápiz un poema que llamo Espacio  y  sobrellamo  Estrofa, y llevo ya  de él unas 115 pájinas (sic) seguidas. Pero sin asunto, en sucesión natural. Creo que en la escritura poética, como en la pintura o  la música, el asunto es la retórica, lo que queda, la poesía. Mi ilusión ha sido siempre ser cada vez más el poeta de lo que queda , hasta llegar un día a no escribir”. De ahí que adelante una idea que luego hará suya Jaime Gil de Biedma: “Ser uno poesía y no poeta” y que éste transformará  en “ser poema y no poeta”.

 Aurora de Albornoz[8]  considera Espacio “,en su forma completa,” (…) “un largo poema en prosa seguida- sin párrafos- dividido en tres partes : Fragmento primero, Fragmento segundo y Fragmento tercero , al final de los cuales  aparecen tres títulos : Sucesión :1 , Cantada ; y Sucesión : y 2  , y las siguiente indicaciones de lugar y de fecha : Por la Florida, 1941-1942-1954“.  Automatismo, enumeraciones y recurrencias lo recorren y atraviesan al tiempo que le confieren su extrema y radical unidad hasta el punto de que en él está el mejor Juan Ramón, el más completo, absoluto y pleno: el que en su escritura siempre quiso ser, el poeta al que aspiró a ser y que había empezado  a ser en Diario de poeta y mar o Diario de un poeta recién casado, un poeta-Dios que no dejaba de ser  también un Dios-poeta[9]. Así lo reconocen Oreste Macrí[10] , que ve en  el “poema en prosa Espacio”  “el texto mayor de la poética de Juan Ramón” y  Octavio Paz , para quien  se trata de “un des moments de la conscience poétique moderne”[11].

 Bernardo Gicovate[12]  señaló el posible influjo de un aforismo de Goethe leído en francés por Juan Ramón en su juventud - Le présent est une puissante divinité- que  aparece  también en su conferencia “La razón heroica” pronunciada en Buenos Aires, en agosto de 1948 y recogida después en El trabajo gustoso [13], donde habla de que el ser humano es sólo  presente y sucesión, vocablo  éste que constituye  una de las claves de Espacio y que lo informa  hasta convertir el poema en una sinfonía y, por su estructura, en una especie de Ringkomposition : de composición anular. En ello puede verse  la influencia de Nietzsche y de lo que al pensamiento griego debe[14] éste , pero no sólo eso : también el pensamiento poético del propio Juan Ramón, tal y como se lo había comunicado en la carta antes citada a Luis Cernuda ): “Yo soy -dice allí[15]-  un ansioso de la eternidad y la concibo como presente, es decir, como instante (…) . Lo importante en poesía, para mí, es la calidad  de eternidad que pueda un  poema dejar en el que lo lee  sin idea de tiempo”. Espacio, es, pues, un poema-instante más que un poema-discurso [16], aunque se comporta más como  éste que  como  aquel, dado que reúne distintos tiempos en uno solo, porque lo que se realiza en él es una permeabilidad de tiempos y espacios a la vez, producida por lo que él -en una carta[17] a José Revueltas, fechada el 12 de julio de 1943  - llama “dios de tiempo, aunque el hombre esté atado  al espacio de su órbita fatal”. Unas semanas después vuelve a insistir casi en lo mismo en otra[18],  dirigida a Enrique Díez-Canedo y escrita  el 6 de agosto del mismo año: “Desde estas Américas empecé a verme, y a ver lo demás, y a los demás,  en los días de España; desde fuera y lejos, en el mismo tiempo y el mismo espacio. Se produjo en mí un cambio profundo, algo parecido al que tuve en 1916. Más que nunca necesitaba la expresión sencilla, en la que creo haber escrito lo menos deleznable de mi obra, que tantas veces se me ha complicado con ese vicio barroco que es la locura última de toda la literatura española, como el purismo es la tontería final de toda la francesa”.  Allí mismo expone lo que antes he llamado permeabilidad de tiempo en el espacio y que, en su caso,  es consecuencia de una circunstancia biográfica, que tiene su correlato en su escritura y  que él  describe  así[19]: “en la Florida empecé a escribir otra vez en verso. Antes, por Puerto Rico y Cuba, había escrito casi exclusivamente crítica y conferencias. Una madrugada me encontré escribiendo unos romances y unas canciones que eran un retorno  a mi primera juventud, una inocencia última, un final lójico (sic) de mi última escritura sucesiva en España. La Florida es, como usted sabe, un arrecife absolutamente llano y, por lo tanto, su espacio atmosférico es y se siente inmensamente inmenso. Pues en 1941, saliendo yo, casi nuevo, resucitado casi, del hospital de la Universidad de Miami (adonde me llevó un médico de estos de aquí, para quienes el enfermo es un número y lo consideran por vísceras aisladas), una embriaguez rapsódica, una fuga incontenible empezó a dictarme un poema de espacio, en una sola interminable estrofa de verso libre mayor. Y al lado de este poema y paralelo a él, como me ocurre siempre, vino a mi lápiz un interminable párrafo en prosa, dictado por la estensión (sic)  lisa de la Florida, y que es una escritura de tiempo, fusión memorial de ideología y anécdota, sin orden cronolójico (sic); como una tira sin fin desliada hacia atrás en mi vida. Estos libros se titulan, el primero, Espacio; y el segundo, Tiempo, y se subtitulan Estrofa y Párrafo”. Más información añade en su carta del 24 de julio de 1943[20] a Juan Larrea, acompañando el envío de un fragmento, que define como “poema muy extenso”  y del que dice que fue su “creación poética preferida de  los años 41-42”,  a lo que  añade: “Creo que es lo mejor que tengo ahora, y por eso va a esos Cuadernos[21]. Tal vez esté equivocado y el poema sea mi equivocación”. Pero esas dudas no le impiden recomendar - y casi exigir- “que el prólogo vaya en cursiva y el poema en el tipo usual de la revista”, precisando que, en el caso de que “por su extensión este fragmento no” pudiera  ir en un solo nº”, que se  divida  “en dos por el verso”  que  con una cruz roja él mismo indica, aunque insiste en su deseo  de “verlo todo en un solo conjunto”.  Juan Ramón tenía, pues, una idea muy clara de la unidad del texto y había considerado siempre su poema Espacio como lo que es: una unidad, un conjunto, que ha de ser tenido en cuenta hasta en sus más mínimos detalles. De ahí que en febrero de 1946, en carta a Joaquín Díez-Canedo[22], le diga que, si, como le pide  Francisco Giner, están interesados en publicar Espacio, que le avisen porque quiere “modificar algo”. En este deseo de continua revisión de su obra tampoco Espacio  se libró de ser un no menos continuo borrador[23]. Lo que explica  que ocho años después, el 27 de febrero de 1954,  escriba a José García Nieto lo siguiente [24] : “Tengo terminado un largo poema “Espacios”(sic) que es una síntesis de un libro mayor . Publiqué un tercio de este poema, hace unos diez años, en los “Cuadernos Americanos”, de Méjico, y el resto es inédito. ¿Le interesaría a usted darlo en “Poesía Española”? Creo que se puede meter en seis o siete pájinas (sic), con un tipo de letra  intermedio  y no escesivamente (sic) apretado. Si lo prefiere usted, puede dar sólo lo inédito, es decir, la tercera estrofa , pero es claro que el poema perdería su unidad , los  “Cuadernos Americanos” no circulan por España y, además, ha pasado mucho tiempo desde la fecha en que le digo que publiqué una parte del poema”. El  spinoziano “pulidor de diamantes”[25], que Juan Ramón nunca dejó de ser, practicó en la singular escritura de Espacio una serie de principios estéticos a los que siempre se mantuvo fiel: la “conjunción de sonido y sentido que la palabra poética es, utilizando el ritmo, la melodía, el acento, la imagen (sic), la metáfora, todos los instrumentos que sirvan para dar a la palabra  su plenitud de sentido”. De ahí que este poema contenga todos los requisitos que él exigía[26]  a lo que llamaba el poeta individual y que distinguían a éste del gregario: “sentimiento, imajen(sic), pensamiento, ritmo, abstracción, olor, anécdota , etc. , y todo expresado con  ACENTO, con voz propia “, pues, para él, “el acento es lo verdaderamente distintivo del poeta”.  Espacio tiene todo eso y todavía más: es el poema más ambicioso de Juan Ramón. Y lo es porque anula las diferencias entre la prosa y la poesía, al hacerlas converger y confluir en un complejo todo. A tal conclusión había llegado   el propio Juan Ramón en noviembre  de 1940: es decir, en el momento en que Espacio es un poema todavía no escrito, pero ya un poema en gestación. Así lo indica  la apostilla que el día 7 de dicho mes y año añade en una carta suya a Sofía Arzarello[27] , en la que afirma: “Lo escrito en prosa es poesía”[28]. El poema en prosa le tienta en aquella década y alude en él en repetidas ocasiones: una de las más interesantes se encuentra en una carta a Amado Alonso,  fechada en Washington el 10 de febrero de 1946,  a propósito del  Apólogo del agua, de la verdad y del viento, dado a conocer por aquel y en el que Juan Ramón encuentra y reconoce un “ejemplo entre los tesoros más naturales de nuestra prosa española (¿nuestro poema en prosa?) tan cargada jeneralmente (sicpor todos, ¡ay!, de pesada literatura”[29]. El poema en prosa que es Espacio puede ser considerado  “verso prosificado”, como sugiere David Pujante[30] o – mejor que  esto- un prosímetro  sui generis , como muy bien indica Gaetano Chiappini[31] , compuesto  en embriaguez  rapsódica y  en fuga raudal de cabo a fin   (Fragmento I, 11-12), que parece seguir como esquema el dinamismo de la memoria y  de la sensación con todas las asociaciones que ello comporta. De ahí  el automatismo psíquico, vislumbrado  muy pronto por Gerardo Diego   y  que ha de ponerse en  relación  con la estructuración rítmico-organizativa  que rige la sintaxis  del poema  y  que hace del ritmo su elemento vertebrador, pues [32] en la obra de Juan Ramón Jiménez – y tanto en su prosa como en su verso-  “ el ritmo es  elemento constructivo“. Y el ritmo  es lo que  confiere a Espacio su sensación de  sucesivo flujo dimanado de lo que el poema líricamente es: un monólogo interior con voluntad de estrofa sin principio ni fin, poesía automática  - como lo definió  Gerardo Diego[33]-  llena de vasos comunicantes  entre el espacio y el tiempo, entre el instante y el lugar.  Según Pilar Gómez Bedate[34], el tema que articula y unifica Espacio es “la nostalgia por el pasado perdido”, en el que advierte la presencia continua de “la percepción  simultánea de tiempos o lugares diferentes”, que fue  uno de los motivos propios del postsimbolismo : “En Espacio -dice[35]-  el poeta rastrea en el presente las huellas del pasado y la participación común de todas las cosas existentes -naturaleza, obras de arte, lugares, personajes su yo con la conciencia desdoblada- en algunos elementos perdurables que transforman  el pequeño espacio vital humano en una inmensa extensión  espiritual”(…).  Para  Paul R. Olson [36], la poesía de Juan Ramón  “es eminentemente temporal” y se caracteriza por una “temporalidad cinética”, en la que  hay tanto una “temporalización de los objetos en el espacio”  como  una “espacialización del tiempo”[37]. Lo que genera a su vez un “tiempo espacializado”  y un “espacio temporalizado”, que  en Espacio no sólo dialogan entre sí sino que conforman el dinamismo de su dialéctica: en cierto modo, Espacio es el país de todos los países[38] , tan presente en el pensamiento de Juan Ramón, su “Sitio perpetuo”[39]. Por eso Eugenio Florit[40]  considera Espacio “un gran grito de afirmación”, “una  nueva oda a la alegría de estar, de ser en el mundo, y dentro del amor”, en la que lucha tanto “contra la temporalidad” como “contra la anécdota”, aunque ambas estén  aquí muy y muy  bien representadas.  Pero no es el fondo sino la forma lo que más ha  intrigado a la crítica como antes al poeta, que hizo distintas versiones del poema y que ha dejado en manos de sus lectores y estudiosos optar por cuál de ellas les gusta o interesa más.  Howard T. Young[41] ha expuesto los problemas que la  historia de Espacio presenta como texto,  debidas - en todo o en parte-  a que este poema  o - mejor- este tipo de poema eran por completo nuevos para su autor y le exigían una disposición formal distinta a toda aquella a la que él estaba acostumbrado. En cierto modo, Espacio es una desviación del paradigma juanrramoniano, pero también el  máximo desarrollo del mismo  y su culminación.  Y esto –creo- es lo  que le hizo optar por transformar el texto y convertir el verso libre sin estrofa  en una prosa sucesiva y  continuada: a ello alude cuando[42] dice que “Hay un momento en que el verso libre, libre en todos los sentidos, se convierte en libre prosa”. Y eso - verso libre en libre prosa - es lo que Espacio es. Eso y  un continuo flujo de conciencia que  -como observa Olson[43], siguiendo a  Ernst Cassirer-   es también “la medida subjetiva del flujo del tiempo en sí”. Y es que para Juan Ramón “No hay forma mejor o peor, sino ideas y sentimientos exactos o imperfectos”. Espacio es un poema que supone también una nueva forma y una nueva concepción y que, como su autor ya había hecho antes en Diario de poeta y mar o Diario de un poeta recién casado, desconvencionaliza los usos poéticos al uso, se libera  y nos  libera de ellos e introduce una nueva idea de textualidad.

 


[1] Cf. Gaetano Chiappini, “Su Espacio di Juan Ramón Jiménez : i fondamenti dell’Io e l’universo conciliato”,  Antinomie novecentesche II. J.R. Jiménez, F. García Lorca, R. Alberti,  Firenze, 2002, p. 67.

[2]  María Teresa Font, Espacio: autobiografía lírica de Juan Ramón Jiménez, Madrid, 1972, p. 15 ;  Gilbert Azam, L’Oeuvre de J.R. Jimenez. Continuité  et renouveau de la poésie lyrique espagnole, Lille-Paris, 1980, pp. 567 ss.

[3] Cf. lo que le dice - en Cartas Literarias, Barcelona, 1977, p. 80- a Pablo Bilbao Aristegui desde Coral  Gables el 25 de noviembre de 1939: “Tenemos aquí una casita andaluza (todo esto ¡recuerda! a Andalucía) blanquísima, limpísima, suficiente”.  Y en lo mismo insiste en otra  (loc. cit. p. 82), dirigida al mismo destinatario, escrita el día 2 de noviembre de 1941 : “El cielo estaba casi azul casi como el de España, digo, era casi el de España, ya que cinco horas antes España habría estado bajo él”. 

[4]  Juan Ramón Jiménez, La corriente infinita, Madrid,  1961, pp. 306-308.

[5] Recuérdese que para Juan Ramón (cf. Cartas Literarias, p. 261) “la lengua es un organismo vivo que se debe alimentar de lo propio”.

[6] La idea de un poema sin asunto aparece también en su carta de marzo de 1946 a Carmen Laforet (cf. Cartas Literarias, p. 107), donde le dice: “usted es una novelista de novela sin asunto, como se es poeta de poema sin asunto.  Y en esto está lo más difícil de la  escritura novelesca o poemática”, despidiéndose de ella así: “Bueno, Carmen Laforet, a ver cómo coje (sic) usted ese difícil Madrid en otra novela sin asunto”. Se ve, pues, cómo  en la década de los años cuarenta del pasado siglo el poema sin asunto era una obsesión para Juan Ramón y de qué manera llegó a constituirse en eje rector de su poética de entonces.

[7] Cf. Cartas Literarias, p. 59.

[8]  Cf. su artículo “El poema Espacio de Juan Ramón Jiménez”, Revista de Occidente, 9 (1981), p. 76 (= Aurora de Albornoz, El Juan Ramón de Aurora de Albornoz, edición de Fanny Rubio, Madrid, 2008, pp.173 ss. )..

[9] Cf. sus “Notas a Animal de fondo”, publicadas en  La Torre 5 (enero-marzo 1954) , recogidas en Cartas Literarias, p.291, donde explica que la realidad, al estar “integrada en lo espiritual, como un hueso semillero en la carne de un fruto”,  no excluye “un dios vivido por el hombre en forma de conciencia inmanente resuelta en su limitación destinada”: una “conciencia “  que no es otra cosa que “conciencia de uno mismo, de su órbita  y de su ámbito…”.

[10] Oreste Macrí, “El segundo tiempo de la poesía de Jiménez”, La Torre V, 19-20 (1957), pp. 289-290.

[11] Octavio Paz, L’Arc et la lyre, París, p. 120.

[12] Bernardo Gicovate, La poesía de Juan Ramón Jiménez, Barcelona, 1973, p. 200.

[13] Juan Ramón Jiménez, El trabajo gustoso, México, 1961, pp. 124-125.

[14] Cf. Platón, Tim. 38 a; Aristóteles, Phys. 223b y Poet. 1451 b; S. Sambursky, Il mondo físico dei Greci, Milán, 1967, p. 52. Sabemos  por una carta suya a Guillermo de Torre fechada  el 21 de diciembre de 1940 (cf. Cartas Literarias p.  224), que Juan Ramón  se había interesado por el libro de Mann sobre Nietzsche.  Gaetano Chiappini, loc. cit. p. 75 señala el posible influjo  del Timeo y del Banquete platónicos.

[15] Cf. Cartas Literarias, p. 59.

[16] Cf. Philippe Jaccottet, La semaine. Carnets 1954-1967, Paris, 1971, p. 47.

[17] Cartas Literarias, p. 48.

[18] Cartas Literarias, p. 65.

[19] Cartas Literarias, p. 65.

[20] Cartas Literarias, p. 74.

[21] Se refiere a la revista Cuadernos Americanos.

[22] Cartas Literarias, pp. 131-132.

[23]  El mismo Juan Ramón , en una carta a Sofía  Arzarello (cf. Juan Ramón, Cartas. Antología, edición de Francisco Garfias, Madrid, 1992, p. 214)  explica esta obsesión suya: “Yo nunca he llegado a lo perfecto en escritura. Pero hoy, cuando en una relectura algo de mis  épocas indecisas me parece escesivamente(sic)  escrito lo allano, le quito esceso”.  El mismo deseo de corrección de sus libros anteriores expresa en otra carta de Francisco Giner de los Ríos, fechada el 6 de enero de 1940 (cf. , Cartas. Antología, p.210): “no quiero morirme sin correjir (sic) todos estos libros viejos”. Este anhelo de corrección continua siempre estuvo presente en Juan Ramón,  para quien - como explica  Alfonso Reyes,  “Juan Ramón y la Antología”, Simpatías y diferencias, México, 1945 (= Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, Madrid,  1980, p. 123)-“la vida toda del creador debe exhalar un poema solo, en que cada instante rinda su tributo necesario al conjunto (…)”, de donde “la doble necesidad, por una parte, de revisar continuamente cada verso, cada poesía, cada página y cada libro (…)  y, por otra parte, de reorganizar incesantemente el conjunto de  obras – la Obra-  buscando el contorno definitivo (…).  Según Bernardo Gicovate, loc. cit. p. 221 ss. , el “arrepentimiento es el rasgo más visible  de la trayectoria artística de Jiménez”.

[24] Cartas Literarias, pp. 274-275. En otra, fechada en Riverdale el 10 de octubre de 1949, le dice a José Luis Cano (cf. Cartas. Antología, p.  302  que “En Lírica de una Atlántida está el poema “Espacio”, tres estrofas”.

[25] Cartas Literarias, p. 293.

[26] Cartas Literarias, p. 328.

[27] Cf. Cartas. Antología, p. 210. 

[28] Recuérdese la atinada observación de Pedro Salinas (“Sucesión de  Juan Ramón Jiménez”, en su libro Literatura Española  Siglo XX, Madrid, 1970, p. 146) , quien explica que para Juan Ramón  “La poesía no es cosa de géneros”.

[29] Cartas. Antología, p. 260.

[30] Cf. José David Pujante, De lo literario a lo poético en Juan Ramón Jiménez, Murcia, 1988, p. 234. Ya Tomás Navarro Tomás  , “Juan Ramón Jiménez y la lírica tradicional”, La Torre,  XVI, nº 59 (enero-marzo 1968) (= Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, p. 323), había indicado que el “ su verso propiamente libre  reposa sobre el predominio de las medidas impares de 11, 9 y 7 sílabas, aptas especialmente para la matización del ritmo mixto”, precisando además que “en sus último libros, practicó el recurso de partir los versos, representando en línea aparte cada fragmento”, siendo el endecasílabo el verso más sometido por él a fragmentación.

[31] Cf. loc. cit. p. 68.

[32] CF. Pujante,  De lo literario a lo poético en Juan Ramón Jiménez, p. 266.

[33] En  su artículo “Nostalgia de Juan Ramón”,  Alférez II, nº21 (octubre de 1948)  (=  Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, p.  48).

[34] Cf. su estudio “Juan Ramón Jiménez en el otro costado”, Revista de poesía y Crítica, 6 (primer semestre de  1979) (=  Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, p. 180).

[35] Loc. cit. p. 181.

[36] Cf. Paul R. Olson, “Tiempo y esencia en un símbolo de Juan Ramón Jiménez”,  Modern Languages Notes, 78, 2 (1963) (= traducido por María Emilia García Padilla, Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, p. 267).

[37] Cf. lo. Cit. p. 268, nota 7 y p. 274.

[38]  Cf. su poema “En el país de todos los países”.

[39][39] Título de un poema suyo estudiado por Carlo Bo, “La poesía desnuda de Juan Ramón”,  La Fiera Letteraria 6 de marzo de 1949 (=Revista de la Universidad , Río Piedras, 18 de julio de 1951, recogido en Juan Ramón Jiménez ,edición de Aurora de Albornoz, p. 130).

[40] En  “La poesía de Juan Ramón Jiménez”, La Torre, V, 19-20 (1957) (=(=  Juan Ramón Jiménez ,edición de Aurora de Albornoz, p. 22).

[41] Cf. Howard T. Young, “Génesis y forma de Espacio de Juan Ramón Jiménez”, Revista Hispánica Moderna, XXXIV, 1-2 (1968) (=Juan Ramón Jiménez ,edición de Aurora de Albornoz, pp.183-193).

[42]  Cf. Michael P. Predomore, La obra en prosa de Juan Ramón Jiménez, Madrid, 1966, p. 25, que recoge esta cita tomada de los papeles Hernández  Pinzón.

[43] Loc. cit. p. 266, nota 2.

 

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