Espacio sigue siendo en muchos aspectos un enigma como también lo fue para su autor. De ahí, como indica Gaetano Chiappini[1] , su “vasto campo esplorativo, aperto e rivolto in ogni direzione “. La crítica[2] ha visto en él un monólogo interior en el que Juan Ramón hace balance de sus trabajos y sus días, establece una analogía entre el paisaje de La Florida y el de su Moguer natal [3] e insiste en la misma identificación entre espacio y lengua que había hecho ya antes en Argentina y que refiere en La Corriente Infinita: “he encontrado -dice allí [4]- a Dios en la consciencia de lo bello”; lo que “habría sido imposible -añade- si no hubiese oído hablar en español”. Espacio y lengua[5] constituyen, pues, dos ejes que determinan la creación de este carmen perpetuum, que es una suma de todos sus temas y tonos anteriores y siguientes a la vez y que describe en el “Prólogo” que él mismo puso a la publicación del Fragmento primero en la revista Cuadernos Americanos -XI, 5 (1943), 191-192 - donde explica que , pese a su desinterés por “el poema largo con asunto” , toda su vida ha “acariciado la idea de un poema seguido (¿cuántos milímetros, metros, kilómetros?) sin asunto[6] concreto, sostenido sólo por la sorpresa , el ritmo, el hallazgo , la luz , la ilusión sucesiva, es decir, por sus elementos intrínsecos, por su esencia. Un poema escrito que sea a lo demás versificado” y que “fuera la sucesiva expresión escrita que despertara en nosotros la contemplación de la permanente mirada inefable de la creación”. Considera que una escritura así “ha venido libre a” su “conciencia poética y a” su” expresión relativa, a su debido tiempo, como una respuesta formada de la misma esencia de” su” pregunta, o más bien, del ansia” suya” de buena parte de “ su “vida, por esta creación”. En términos similares se expresaba en una carta a Luis Cernuda, fechada unos meses antes - concretamente en julio de 1943[7] - en la que le comunicaba: “Ahora, hace tres años, tengo en mi lápiz un poema que llamo Espacio y sobrellamo Estrofa, y llevo ya de él unas 115 pájinas (sic) seguidas. Pero sin asunto, en sucesión natural. Creo que en la escritura poética, como en la pintura o la música, el asunto es la retórica, lo que queda, la poesía. Mi ilusión ha sido siempre ser cada vez más el poeta de lo que queda , hasta llegar un día a no escribir”. De ahí que adelante una idea que luego hará suya Jaime Gil de Biedma: “Ser uno poesía y no poeta” y que éste transformará en “ser poema y no poeta”.
Aurora de
Albornoz[8] considera Espacio
“,en su forma completa,” (…) “un largo poema en prosa seguida- sin párrafos-
dividido en tres partes : Fragmento
primero, Fragmento segundo y Fragmento tercero , al final de los
cuales aparecen tres títulos : Sucesión :1 , Cantada ; y Sucesión : y 2
, y las siguiente indicaciones de lugar
y de fecha : Por la Florida,
1941-1942-1954“. Automatismo,
enumeraciones y recurrencias lo recorren y atraviesan al tiempo que le
confieren su extrema y radical unidad hasta el punto de que en él está el mejor
Juan Ramón, el más completo, absoluto y pleno: el que en su escritura siempre
quiso ser, el poeta al que aspiró a ser y que había empezado a ser en Diario
de poeta y mar o Diario de un poeta
recién casado, un poeta-Dios que no dejaba de ser también un Dios-poeta[9].
Así lo reconocen Oreste Macrí[10]
, que ve en el “poema en prosa Espacio”
“el texto mayor de la poética de Juan Ramón” y Octavio Paz , para quien se trata de “un des moments de la conscience
poétique moderne”[11].
Bernardo
Gicovate[12] señaló el posible influjo de un aforismo de
Goethe leído en francés por Juan Ramón en su juventud - Le présent est une puissante divinité- que aparece también en su conferencia “La razón heroica”
pronunciada en Buenos Aires, en agosto de 1948 y recogida después en El trabajo gustoso [13],
donde habla de que el ser humano es sólo
presente y sucesión, vocablo éste
que constituye una de las claves de Espacio y que lo informa hasta convertir el poema en una sinfonía y,
por su estructura, en una especie de Ringkomposition
: de composición anular. En ello puede verse la influencia de Nietzsche y de lo que al
pensamiento griego debe[14]
éste , pero no sólo eso : también el pensamiento poético del propio Juan Ramón,
tal y como se lo había comunicado en la carta antes citada a Luis Cernuda ):
“Yo soy -dice allí[15]- un ansioso de la eternidad y la concibo como
presente, es decir, como instante (…) . Lo importante en poesía, para mí, es la
calidad de eternidad que pueda un poema dejar en el que lo lee sin idea de tiempo”. Espacio, es, pues, un poema-instante más que un poema-discurso [16],
aunque se comporta más como éste que como
aquel, dado que reúne distintos tiempos en uno solo, porque lo que se
realiza en él es una permeabilidad de tiempos y espacios a la vez, producida
por lo que él -en una carta[17]
a José Revueltas, fechada el 12 de julio de 1943 - llama “dios de tiempo, aunque el hombre
esté atado al espacio de su órbita
fatal”. Unas semanas después vuelve a insistir casi en lo mismo en otra[18], dirigida a Enrique Díez-Canedo y escrita el 6 de agosto del mismo año: “Desde estas
Américas empecé a verme, y a ver lo demás, y a los demás, en los días de España; desde fuera y lejos,
en el mismo tiempo y el mismo espacio. Se produjo en mí un cambio profundo,
algo parecido al que tuve en 1916. Más que nunca necesitaba la expresión
sencilla, en la que creo haber escrito lo menos deleznable de mi obra, que
tantas veces se me ha complicado con ese vicio barroco que es la locura última
de toda la literatura española, como el purismo es la tontería final de toda la
francesa”. Allí mismo expone lo que
antes he llamado permeabilidad de tiempo
en el espacio y que, en su caso, es
consecuencia de una circunstancia biográfica, que tiene su correlato en su
escritura y que él describe así[19]:
“en la Florida empecé a escribir otra vez en verso. Antes, por Puerto Rico y
Cuba, había escrito casi exclusivamente crítica y conferencias. Una madrugada
me encontré escribiendo unos romances y unas canciones que eran un retorno a mi primera juventud, una inocencia última,
un final lójico (sic) de mi última
escritura sucesiva en España. La Florida es, como usted sabe, un arrecife
absolutamente llano y, por lo tanto, su espacio atmosférico es y se siente
inmensamente inmenso. Pues en 1941, saliendo yo, casi nuevo, resucitado casi,
del hospital de la Universidad de Miami (adonde me llevó un médico de estos de
aquí, para quienes el enfermo es un número y lo consideran por vísceras
aisladas), una embriaguez rapsódica, una fuga incontenible empezó a dictarme un
poema de espacio, en una sola interminable estrofa de verso libre mayor. Y al
lado de este poema y paralelo a él, como me ocurre siempre, vino a mi lápiz un
interminable párrafo en prosa, dictado por la estensión (sic) lisa de la Florida, y que es una escritura de
tiempo, fusión memorial de ideología y anécdota, sin orden cronolójico (sic); como una tira sin fin desliada
hacia atrás en mi vida. Estos libros se titulan, el primero, Espacio; y el segundo, Tiempo, y se subtitulan Estrofa y Párrafo”. Más información
añade en su carta del 24 de julio de 1943[20]
a Juan Larrea, acompañando el envío de un fragmento, que define como “poema muy
extenso” y del que dice que fue su
“creación poética preferida de los años
41-42”, a lo que añade: “Creo que es lo mejor que tengo ahora, y
por eso va a esos Cuadernos[21].
Tal vez esté equivocado y el poema sea mi equivocación”. Pero esas dudas no le
impiden recomendar - y casi exigir- “que el prólogo vaya en cursiva y el poema
en el tipo usual de la revista”, precisando que, en el caso de que “por su
extensión este fragmento no” pudiera ir
en un solo nº”, que se divida “en dos por el verso” que
con una cruz roja él mismo indica, aunque insiste en su deseo de “verlo todo en un solo conjunto”. Juan Ramón tenía, pues, una idea muy clara de
la unidad del texto y había considerado siempre su poema Espacio como lo que es: una unidad, un conjunto, que ha de ser
tenido en cuenta hasta en sus más mínimos detalles. De ahí que en febrero de
1946, en carta a Joaquín Díez-Canedo[22],
le diga que, si, como le pide Francisco
Giner, están interesados en publicar Espacio,
que le avisen porque quiere “modificar algo”. En este deseo de continua
revisión de su obra tampoco Espacio se libró de ser un no menos continuo borrador[23].
Lo que explica que ocho años después, el
27 de febrero de 1954, escriba a José
García Nieto lo siguiente [24]
: “Tengo terminado un largo poema “Espacios”(sic) que es una síntesis de un libro mayor . Publiqué un tercio de
este poema, hace unos diez años, en los “Cuadernos Americanos”, de Méjico, y el
resto es inédito. ¿Le interesaría a usted darlo en “Poesía Española”? Creo que
se puede meter en seis o siete pájinas (sic),
con un tipo de letra intermedio y no escesivamente (sic) apretado. Si lo prefiere usted, puede dar sólo lo inédito, es
decir, la tercera estrofa , pero es claro que el poema perdería su unidad ,
los “Cuadernos Americanos” no circulan
por España y, además, ha pasado mucho tiempo desde la fecha en que le digo que
publiqué una parte del poema”. El
spinoziano “pulidor de diamantes”[25],
que Juan Ramón nunca dejó de ser, practicó en la singular escritura de Espacio una serie de principios
estéticos a los que siempre se mantuvo fiel: la “conjunción de sonido y sentido
que la palabra poética es, utilizando el ritmo, la melodía, el acento, la
imagen (sic), la metáfora, todos los
instrumentos que sirvan para dar a la palabra
su plenitud de sentido”. De ahí que este poema contenga todos los
requisitos que él exigía[26] a lo que llamaba el poeta individual y que distinguían a éste del gregario: “sentimiento, imajen(sic), pensamiento, ritmo, abstracción,
olor, anécdota , etc. , y todo expresado con
ACENTO, con voz propia “, pues, para él, “el acento es lo verdaderamente
distintivo del poeta”. Espacio tiene todo eso y todavía más: es
el poema más ambicioso de Juan Ramón. Y lo es porque anula las diferencias
entre la prosa y la poesía, al hacerlas converger y confluir en un complejo
todo. A tal conclusión había llegado el propio Juan Ramón en noviembre de 1940: es decir, en el momento en que Espacio es un poema todavía no escrito,
pero ya un poema en gestación. Así lo indica
la apostilla que el día 7 de dicho mes y año añade en una carta suya a
Sofía Arzarello[27] , en la
que afirma: “Lo escrito en prosa es poesía”[28].
El poema en prosa le tienta en aquella década y alude en él en repetidas
ocasiones: una de las más interesantes se encuentra en una carta a Amado
Alonso, fechada en Washington el 10 de
febrero de 1946, a propósito del Apólogo
del agua, de la verdad y del viento, dado a conocer por aquel y en el que
Juan Ramón encuentra y reconoce un “ejemplo entre los tesoros más naturales de
nuestra prosa española (¿nuestro poema en prosa?) tan cargada jeneralmente (sic)
por todos, ¡ay!, de pesada
literatura”[29]. El
poema en prosa que es Espacio puede
ser considerado “verso prosificado”,
como sugiere David Pujante[30]
o – mejor que esto- un prosímetro sui
generis , como muy bien indica Gaetano Chiappini[31]
, compuesto en embriaguez rapsódica y en
fuga raudal de cabo a fin (Fragmento I, 11-12), que parece seguir como
esquema el dinamismo de la memoria y de
la sensación con todas las asociaciones que ello comporta. De ahí el automatismo
psíquico, vislumbrado muy pronto por
Gerardo Diego y que ha de ponerse en relación
con la estructuración rítmico-organizativa que rige la sintaxis del poema
y que hace del ritmo su elemento
vertebrador, pues [32]
en la obra de Juan Ramón Jiménez – y tanto en su prosa como en su verso- “ el ritmo es elemento constructivo“. Y el ritmo es lo que
confiere a Espacio su
sensación de sucesivo flujo dimanado de
lo que el poema líricamente es: un monólogo interior con voluntad de estrofa
sin principio ni fin, poesía automática
- como lo definió Gerardo Diego[33]- llena de vasos comunicantes entre el espacio y el tiempo, entre el
instante y el lugar. Según Pilar Gómez
Bedate[34],
el tema que articula y unifica Espacio
es “la nostalgia por el pasado perdido”, en el que advierte la presencia
continua de “la percepción simultánea de
tiempos o lugares diferentes”, que fue
uno de los motivos propios del postsimbolismo : “En Espacio -dice[35]- el poeta rastrea en el presente las huellas
del pasado y la participación común de todas las cosas existentes -naturaleza,
obras de arte, lugares, personajes su yo con la conciencia desdoblada- en
algunos elementos perdurables que transforman
el pequeño espacio vital humano en una inmensa extensión espiritual”(…). Para
Paul R. Olson [36],
la poesía de Juan Ramón “es
eminentemente temporal” y se caracteriza por una “temporalidad cinética”, en la
que hay tanto una “temporalización de
los objetos en el espacio” como una “espacialización del tiempo”[37].
Lo que genera a su vez un “tiempo espacializado” y un “espacio temporalizado”, que en Espacio
no sólo dialogan entre sí sino que conforman el dinamismo de su dialéctica: en
cierto modo, Espacio es el país de todos los países[38]
, tan presente en el pensamiento de Juan Ramón, su “Sitio perpetuo”[39].
Por eso Eugenio Florit[40] considera Espacio
“un gran grito de afirmación”, “una
nueva oda a la alegría de estar, de ser en el mundo, y dentro del amor”,
en la que lucha tanto “contra la temporalidad” como “contra la anécdota”,
aunque ambas estén aquí muy y muy bien representadas. Pero no es el fondo sino la forma lo que más
ha intrigado a la crítica como antes al
poeta, que hizo distintas versiones del poema y que ha dejado en manos de sus
lectores y estudiosos optar por cuál de ellas les gusta o interesa más. Howard T. Young[41]
ha expuesto los problemas que la
historia de Espacio presenta
como texto, debidas - en todo o en
parte- a que este poema o - mejor- este tipo de poema eran por
completo nuevos para su autor y le exigían una disposición formal distinta a
toda aquella a la que él estaba acostumbrado. En cierto modo, Espacio es una desviación del paradigma
juanrramoniano, pero también el máximo
desarrollo del mismo y su
culminación. Y esto –creo- es lo que le hizo optar por transformar el texto y
convertir el verso libre sin estrofa en
una prosa sucesiva y continuada: a ello
alude cuando[42] dice
que “Hay un momento en que el verso libre, libre en todos los sentidos, se
convierte en libre prosa”. Y eso - verso libre en libre prosa - es lo que Espacio es. Eso y un continuo flujo de conciencia que -como observa Olson[43],
siguiendo a Ernst Cassirer- es también “la medida subjetiva del flujo
del tiempo en sí”. Y es que para Juan Ramón “No hay forma mejor o peor, sino
ideas y sentimientos exactos o imperfectos”. Espacio es un poema que supone también una nueva forma y una nueva
concepción y que, como su autor ya había hecho antes en Diario de poeta y mar o Diario
de un poeta recién casado, desconvencionaliza los usos poéticos al uso, se
libera y nos libera de ellos e introduce una nueva idea de
textualidad.
[1] Cf. Gaetano Chiappini, “Su Espacio
di Juan Ramón Jiménez : i fondamenti dell’Io
e l’universo conciliato”, Antinomie novecentesche II. J.R. Jiménez, F.
García Lorca, R. Alberti, Firenze,
2002, p. 67.
[2] María Teresa Font, Espacio: autobiografía lírica de Juan Ramón
Jiménez, Madrid, 1972, p. 15 ;
Gilbert Azam, L’Oeuvre de J.R.
Jimenez. Continuité et renouveau de la
poésie lyrique espagnole, Lille-Paris, 1980, pp. 567 ss.
[3] Cf. lo que le dice - en Cartas
Literarias, Barcelona, 1977, p. 80- a Pablo Bilbao Aristegui desde
Coral Gables el 25 de noviembre de 1939:
“Tenemos aquí una casita andaluza (todo esto ¡recuerda! a Andalucía) blanquísima, limpísima, suficiente”. Y en lo mismo insiste en otra (loc. cit. p. 82), dirigida al mismo
destinatario, escrita el día 2 de noviembre de 1941 : “El cielo estaba casi
azul casi como el de España, digo, era casi el de España, ya que cinco horas
antes España habría estado bajo él”.
[4] Juan Ramón Jiménez, La corriente infinita, Madrid, 1961, pp. 306-308.
[5] Recuérdese que para Juan Ramón (cf. Cartas Literarias, p. 261) “la lengua es un organismo vivo que se
debe alimentar de lo propio”.
[6] La idea de un poema sin asunto
aparece también en su carta de marzo de 1946 a Carmen Laforet (cf. Cartas Literarias, p. 107), donde le
dice: “usted es una novelista de novela sin asunto, como se es poeta de poema
sin asunto. Y en esto está lo más
difícil de la escritura novelesca o
poemática”, despidiéndose de ella así: “Bueno, Carmen Laforet, a ver cómo coje
(sic) usted ese difícil Madrid en
otra novela sin asunto”. Se ve, pues,
cómo en la década de los años cuarenta
del pasado siglo el poema sin asunto
era una obsesión para Juan Ramón y de qué manera llegó a constituirse en eje
rector de su poética de entonces.
[7] Cf. Cartas Literarias, p.
59.
[8] Cf. su artículo “El poema Espacio de Juan Ramón Jiménez”, Revista de Occidente, 9 (1981), p. 76 (=
Aurora de Albornoz, El Juan Ramón de
Aurora de Albornoz, edición de Fanny Rubio, Madrid, 2008, pp.173 ss. )..
[9] Cf. sus “Notas a Animal de fondo”,
publicadas en La Torre 5 (enero-marzo 1954) , recogidas en Cartas Literarias, p.291, donde explica que la realidad, al estar
“integrada en lo espiritual, como un hueso semillero en la carne de un
fruto”, no excluye “un dios vivido por
el hombre en forma de conciencia inmanente resuelta en su limitación
destinada”: una “conciencia “ que no es
otra cosa que “conciencia de uno mismo, de su órbita y de su ámbito…”.
[10] Oreste Macrí, “El segundo tiempo de la poesía de Jiménez”, La Torre V, 19-20 (1957), pp. 289-290.
[11] Octavio Paz, L’Arc et la lyre,
París, p. 120.
[12] Bernardo Gicovate, La poesía de
Juan Ramón Jiménez, Barcelona, 1973, p. 200.
[13] Juan Ramón Jiménez, El trabajo
gustoso, México, 1961, pp. 124-125.
[14] Cf. Platón, Tim. 38 a;
Aristóteles, Phys. 223b y Poet. 1451 b; S. Sambursky, Il mondo físico dei Greci, Milán, 1967,
p. 52. Sabemos por una carta suya a
Guillermo de Torre fechada el 21 de
diciembre de 1940 (cf. Cartas Literarias
p. 224), que Juan Ramón se había interesado por el libro de Mann
sobre Nietzsche. Gaetano Chiappini, loc.
cit. p. 75 señala el posible influjo del
Timeo y del Banquete platónicos.
[15] Cf. Cartas Literarias, p. 59.
[16] Cf. Philippe Jaccottet, La
semaine. Carnets
1954-1967, Paris, 1971, p. 47.
[17] Cartas Literarias, p. 48.
[18] Cartas Literarias, p. 65.
[19] Cartas Literarias, p. 65.
[20] Cartas Literarias, p. 74.
[21] Se refiere a la revista Cuadernos
Americanos.
[22] Cartas Literarias, pp.
131-132.
[23] El mismo Juan Ramón , en una
carta a Sofía Arzarello (cf. Juan Ramón,
Cartas. Antología, edición de
Francisco Garfias, Madrid, 1992, p. 214)
explica esta obsesión suya: “Yo nunca he llegado a lo perfecto en
escritura. Pero hoy, cuando en una relectura algo de mis épocas indecisas me parece escesivamente(sic)
escrito lo allano, le quito esceso”.
El mismo deseo de corrección de sus libros anteriores expresa en otra carta
de Francisco Giner de los Ríos, fechada el 6 de enero de 1940 (cf. , Cartas. Antología, p.210): “no quiero
morirme sin correjir (sic) todos
estos libros viejos”. Este anhelo de corrección continua siempre estuvo
presente en Juan Ramón, para quien - como
explica Alfonso Reyes, “Juan Ramón y la Antología”, Simpatías y diferencias, México, 1945 (=
Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora
de Albornoz, Madrid, 1980, p. 123)-“la
vida toda del creador debe exhalar un poema solo, en que cada instante rinda su
tributo necesario al conjunto (…)”, de donde “la doble necesidad, por una
parte, de revisar continuamente cada verso, cada poesía, cada página y cada
libro (…) y, por otra parte, de
reorganizar incesantemente el conjunto de
obras – la Obra- buscando el
contorno definitivo (…). Según Bernardo
Gicovate, loc. cit. p. 221 ss. , el “arrepentimiento es el rasgo más
visible de la trayectoria artística de
Jiménez”.
[24] Cartas Literarias, pp.
274-275. En otra, fechada en Riverdale el 10 de octubre de 1949, le dice a José
Luis Cano (cf. Cartas. Antología,
p. 302
que “En Lírica de una Atlántida
está el poema “Espacio”, tres estrofas”.
[25] Cartas Literarias, p. 293.
[28] Recuérdese la atinada observación de Pedro Salinas (“Sucesión de Juan Ramón Jiménez”, en su libro Literatura Española Siglo XX, Madrid, 1970, p. 146) , quien
explica que para Juan Ramón “La poesía
no es cosa de géneros”.
[29] Cartas. Antología, p. 260.
[30] Cf. José David Pujante, De lo
literario a lo poético en Juan Ramón Jiménez, Murcia, 1988, p. 234. Ya
Tomás Navarro Tomás , “Juan Ramón
Jiménez y la lírica tradicional”, La
Torre, XVI, nº 59 (enero-marzo 1968)
(= Juan Ramón Jiménez, edición de
Aurora de Albornoz, p. 323), había indicado que el “ su verso propiamente
libre reposa sobre el predominio de las
medidas impares de 11, 9 y 7 sílabas, aptas especialmente para la matización
del ritmo mixto”, precisando además que “en sus último libros, practicó el
recurso de partir los versos, representando en línea aparte cada fragmento”,
siendo el endecasílabo el verso más sometido por él a fragmentación.
[31] Cf. loc. cit. p. 68.
[32] CF. Pujante, De lo literario a lo poético en Juan Ramón
Jiménez, p. 266.
[33] En su artículo “Nostalgia de
Juan Ramón”, Alférez II, nº21 (octubre de 1948) (= Juan Ramón Jiménez, edición de Aurora de
Albornoz, p. 48).
[34] Cf. su estudio “Juan Ramón Jiménez en el otro costado”, Revista de poesía y Crítica, 6 (primer
semestre de 1979) (= Juan
Ramón Jiménez, edición de Aurora de Albornoz, p. 180).
[35] Loc. cit. p. 181.
[36] Cf. Paul R. Olson, “Tiempo y esencia en un símbolo de Juan Ramón
Jiménez”, Modern Languages Notes, 78, 2 (1963) (= traducido por María Emilia
García Padilla, Juan Ramón Jiménez, edición
de Aurora de Albornoz, p. 267).
[37] Cf. lo. Cit. p. 268, nota 7 y p. 274.
[38] Cf. su poema “En el país de
todos los países”.
[39][39] Título de un poema suyo estudiado por Carlo Bo, “La poesía desnuda de
Juan Ramón”, La Fiera Letteraria 6 de marzo de 1949 (=Revista de la Universidad , Río Piedras, 18 de julio de 1951,
recogido en Juan Ramón Jiménez ,edición
de Aurora de Albornoz, p. 130).
[40] En “La poesía de Juan Ramón
Jiménez”, La Torre, V, 19-20 (1957)
(=(= Juan
Ramón Jiménez ,edición de Aurora de Albornoz, p. 22).
[41] Cf. Howard T. Young, “Génesis y forma de Espacio de Juan Ramón Jiménez”, Revista
Hispánica Moderna, XXXIV, 1-2 (1968) (=Juan
Ramón Jiménez ,edición de Aurora de Albornoz, pp.183-193).
[42] Cf. Michael P. Predomore, La obra en prosa de Juan Ramón Jiménez, Madrid,
1966, p. 25, que recoge esta cita tomada de los papeles Hernández Pinzón.
[43] Loc. cit. p. 266, nota 2.
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