En la unitaria y sistemática obra de Vicente
Aleixandre hay un conjunto que la crítica –inducida por la opinión del propio autor- ha considerado
no diré que producción menor pero sí como algo independiente y, en
cierto modo, a parte y autónomo, si no excrecente de alguno de sus
núcleos u ocupando entre ellos una situación
intersticial. Me refiero a las composiciones integradas en su libro
cronológica y formalmente más heterogéneo por el amplio espacio temporal en que
fue escrito, la distinta motivación a que responde y la diversidad de
tentativas estéticas que abarca. Dicho conjunto – el lector lo habrá adivinado
ya- es Nacimiento Último, fechado
entye 1927 y 1952, que el propio poeta , en la “Nota a la primera edición” que
lo abre (cf. Vicente Aleixandre,Obras Completas, Madrid, 1968, pp.
602-603) explicaba del siguiente modo :
“Hay libros que se desarrollan alrededor de un tema central, adquiriendo por
trabado crecimiento la contextura y el límite de un verdadero organismo
cerrado. Pero hay solicitaciones, expresiones en el trabajo del poeta (poemas o
series) que sin llegar a cobrar cada una cuerpo bastante para constituir un
volumen, no son tampoco asimilables en otros libros del autor, si estos han
crecido desde un núcleo originario, por definido, excluyente. Un volumen
entonces puede de tarde en tarde recoger algunos de estos más breves organismos
e ingresarlos correctamente en la corriente general a que pertenecen. El presente libro se abre con un conjunto
solidario : Nacimiento Último -muerte , es decir, en la visión del
poeta, nacimiento definitivo a la tierra unitaria. Esta serie da su título al
volumen porque ella lo sitúa, cronológicamente y acaso también con su sentido,
en el lugar que le corresponde dentro del trabajo general de su autor. Le sigue
otra, Retratos y Dedicatorias, donde se reúnen algunas expresiones que a
lo largo de los años han inspirado al poeta movimientos de admiración o de
amistad. Más otro conjunto, manifestador de algunos poemas escritos sin
solución de continuidad con Sombra del Paraíso, todavía en su ámbito,
pero cuando el tal libro ya se imprimía, y sin que alcanzaran a incorporarse a
su rúbrica. Y hay, en fin,
algunas piezas distintas, de cuerpo separado, que en cada una empezaba y
terminaba, y que aquí se recogen en la que pudiera llamarse unidad de tiempo,
unidad de poeta. Falta la indicación, para el que le interese, de que la
mayoría de los poemas incluidos, y no sólo la serie Nacimiento Último,
están escritos – aparte algunos retratos y dedicatorias- entre la terminación
de Sombra del Paraíso y el comienzo de Historia del Corazón, el
último libro, recién acabado e inédito.”
De la lectura de estas palabras de Aleixandre podría deducirse que Nacimiento Último es un libro de aluvión, hecho de retales y retazos que quedaron al margen de los otros conjuntos cerrados del autor y que éste ahora recoge en una “operación escoba” que reorganiza sus dispersos materiales reintegrándolos a una no menos amplia y diversa paleta de color que intenta devolverlos o ,en su defecto, referirlos a su posible germen originario. Sea cual sea la diversidad de materia, de tiempo y de forma de Nacimiento Último – que es, sin duda, mucha- Aleixandre sabe encontrar en toda ella su más preciso hilo conductor, que es aquel sobre el que, como libro, lo organiza. Y no sólo eso : ese mismo modo de saberlo explica la visión que el propio Aleixandre tenía de la unidad y sistema de su obra y de las claves y registros que rigen su proceso creador. La ordenación de Nacimiento Último – cuya teoría expone en la citada “Nota a la primera edición” y cuya práctica se convierte en principio organizativo-ordenador del libro - es un ejemplo de la precisa idea que Vicente Aliexandre tenía de su mundo y de la autoconsciencia poética y crítica con que, a la hora de articular un libro tan misceláneo y heterogéneo como – de no poseer su autor un conocimiento tan exacto de su obra- podría haberlo sido éste, lo aplicó.En este sentido, tal vez más que en ningún otro, Nacimiento Último constituye la guía más segura para adentrarse en la unidad del mundo poético aleixandrino y en la amplitud y variedad de formas en las que, a lo largo del tiempo, ese mismo mundo se expresó : Nacimiento Último es, pues, uno de los mejores mapas para la lectura de Aleixandre en la medida en que todo su universo poético está, de un modo u otro, contracto y condensado en él en la sinfonica configuración de una escritura que , en su diacrónica sincronía , unifica diferentes estilos y épocas, resolviendo – y a veces también disolviendo- las inevitables diferencias de sus partes en un todo armónico común.
Arquitecto como Don Luis de Góngora y más simbolista en esto que el mismísimo Jorge Guillén, Aleixandre tuvo siempre una idea muy clara de lo que un libro de poemas era y de lo que un libro suyo podía y debía ser. No hay libro suyo que no responda a esa idea, ni poema suyo que, en sí mismo o en su relación con otros, quede fuera de su unitario y amplio sistema creador. Nacimiento Último participa de un modo de creación común a muchos otros poetas de la llamada “generación del 27” y ,como en la de muchos de ellos, hasta los poemas que consideramos más únicos venían producidos en serie : su autor reconocía cuál de ellos era la base de la serie y cuáles no. Pero incluso en éstos últimos sabía reconocer su valor intrínseco, que ya no era el autónomo de los únicos sino el unitario y sistemático de la serie a la que pertenecían , por su tiempo o su técnica de composición. A diferencia de otros poetas de su generación – como Lorca o Alberti- que suelen integrar en sus libros todas las series, Aleixandre seleccionaba sólo algunas y dejaba otras – y, a veces, también algunos poemas que, en su momento de creación, le parecían aislados- para cuando lo que allí y entonces se le presentaba sin cuerpo suficiente o como “rareza” para constituirse en libro , con el paso del tiempo, se integrara en el conjunto que le correspondía y al que, en razón de su escritura, se adecuara mejor.
Aleixandre concebía la creación poética no como un hecho puntual sino como un proceso de escritura en el que nada quedaba por completo atrás sino que era incorporado a una continua y progresiva marcha hacia delante, en la que su sistema de dicción se comprimía tanto como la profunda unidad de sus bloques se ensanchaba. De ahí que en su obra cada libro parezca anunciar ya el siguiente y superar así el anterior, que los últimos remitan a los primeros y que éstos contengan ya los del final. Podríamos decir que Aleixandre veía su obra antes incluso de que estuviera escrita, y que este verla antes de escribirla le hacía preveerla también. Por eso pudo reunir en Nacimiento Último una parte de su obra que, de no ser así, habría quedado fuera del conjunto al que por su naturaleza pertenecía y al que su inclusión en el libro la devolvió. Una operación así no era tarea fácil porque implicaba, entre otras muchas cosas, no sólo la restitución de poemas y series de poemas al todo del que formaban parte sino también una minuciosa y atenta lectura hecha por la mirada crítica de su propio autor, que debía forzar al máximo la órbita de su poética y, a la vez, la de su perspectiva, asignando poemas a tal o cual conjunto, distribuyendo el resultado en unitarios bloques y haciendo continuamente saltos hacia atrás y hacia adelante hasta aquilatar la exacta posición que, sin perder su estructura, dentro de su obra debían ocupar. Se enfrentaba Aleixandre , pues, a una tarea similar a la del principio de indeterminación de Heisenberg, expuesto en 1927, fecha, por cierto, de la composición de los poemas más antiguos del libro. Que “su primer conjunto solidario” – como su autor llama al que informa el primer movimiento de - y da título a- Nacimiento Último – sea “muerte, es decir, en la visión del poeta, nacimiento definitivo a la tierra unitaria” dice ya mucho de lo que este libro aleixandrino es : porque esa muerte – definida por su autor como “nacimiento definitivo a la tierra unitaria”- puede aplicarse no sólo a la cosmovisión poética de éste sino también a ese nuevo nacimiento que, al privarlos o liberarlos de su probable y silenciosa o silenciada muerte, los poemas de Nacimiento Último reciben o alcanzan en su reunión aquí.
Nacimiento Último sería, pues, un libro no de retazos ni de retales sino la manifestación y prueba expresa de que , para Aleixandre, la escritura era un modo de ser y de vivir , y que, por ello, igualmente expuesto a la misma contingencia que amenaza a los humanos y que se objetiva en el hecho de morir. Para Aleixandre esa muerte es “nacimiento último” y “definitivo a la tierra unitaria”, que, en el caso que nos ocupa, no es otra que la obra, totalidad tanto – o tal vez más- unitaria que el hecho mismo de vivir. Vida y obra componen, pues, en Aleixandre un inseparable bloque, como Nacimiento Último- acaso más que ningún otro libro suyo- demuestra por la diversidad de temas, circunstancias, tiempos, estilos y épocas que lo componen y atraviesan y que – muertos como partes independientes- en la totalidad que en el libro alcanzan vuelven a nacer más que resucitar. Que el título del libro aluda a un nacimiento y no a una resurrección es tan coherente como sistemático con y en la visión del mundo de su autor, para el que “Todo es uno y lo mismo” como dice en su poema “Quiero saber”. Pero la diferencia entre la unidad de mundo expresada en La Destrucción o El Amor- libro al que el poema “Quiero saber” pertenece- y ésta de Nacimiento Último es que la no distinción del – y, por lo tanto, la identificación con- el resto de los elementos naturales del cosmos se extiende aquí a la propia producción poética que – como el yo y como la objetivación del yo- también forma parte de aquel porque lo que tiene lugar en el yo tiene lugar también en el mundo, y viceversa. Carlos Bousoño en su insuperable libro en el que todos hemos aprendido a leer a Aleixandre (cf. La poesía de Vicente Aleixandre, Madrid, 1968, pp. 113-114) explica cómo y por qué en éste no hay muerte y resurrección sino – como indica el significativo subtítulo de “Mirada final”- “muerte y reconocimiento”.
Nacimiento Último transfiere a la
escritura poética aleixandrina la misma identificación y unificación con la
naturaleza que el poeta, en su primera época, había sentido establecerse
entre aquélla y su yo- sólo que ahora se
produce entre su yo y su obra. Por lo
que podría verse aquí algo así como una
ampliación de su cosmovisión tanto existencial como poética : de hecho, Nacimiento
Último supone una metafísica y una metapoética, en la medida en que entre
una y otra este libro tiende nuevos puntos de interrelación y de contacto. Y lo
hace no al modo usual en que procede la obra de Aleixande – esto es : por
bloques cronológica, formal y temáticamente muy compactos- sino de otro, en el
que la diversidad temática y formal que incluye y la amplia cronologia que
abarca ni restan unidad de sentido a todo el conjunto ni cada uno de los
distintos bloques que lo informan ve reducido su significado al quedar incorporado, más que
subordinado, al todo aquí.
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