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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 19 de marzo de 2021

"LOS SUEÑOS DEL CASTILLO" CRÍTICA DE CINE DE ANÍBAL RICCI



LOS SUEÑOS DEL CASTILLO (2018)

Dirigida por René Ballesteros

 

Al estudiar la cosmogonía mapuche será «fundamental tener muy en cuenta la correspondencia simbólica del cielo y la tierra para comprender su cultura; debe haber siempre un equilibrio entre el mundo de las almas (los pillanes) y el mundo de los hombres».

 

«El sueño tendrá una importancia capital para los antiguos mapuches, primero porque representaba el tránsito y la comunicación entre los pillanes y los hombres, y segundo porque vaticinaba el futuro que guiaba sus decisiones según lo que habían soñado».

 

El documental transcurre en un reformatorio juvenil ubicado dentro de territorio mapuche y durante las noches los reclusos quedan atrapados dentro de pesadillas recurrentes. Son relatadas por ellos mismos en medio del silencio, intercalando tomas nocturnas de las instalaciones. Los jóvenes se reunirán a diario a contar sus experiencias, exactamente como lo hacen en su cultura, siempre intentando una interpretación de aquellos sueños, dada su creencia de que éstos son advertencias de lo que vendrá. Algunos recuerdan con horror esos presagios, creyendo que cometerán atroces crímenes en el futuro. No pueden morir en los sueños, debido a que la muerte seguramente los alcanzará en la vida real.

 

«El rehue simboliza la escalera al cielo y también un lugar de congregación, donde se agradece a los pillanes y a la tierra. Son espacios sagrados, en ellos se efectúan trances rituales y se relatan historias de los ancianos».

 

El documental va oscureciendo sus imágenes al dar cuenta de los pasos del diablo en el mundo de los muertos. Nos enteramos de que el centro de detención fue construido sobre un antiguo cementerio mapuche, quizás la explicación de las pesadillas que atemorizan a los jóvenes. Representa la irrupción del «huinca» (extranjero y ladrón) al usurpar territorios sagrados que antes habitaron los ancestros.

 

Esta cinta prueba que con escasos recursos y poco más de una hora de metraje, es posible dar una idea al espectador de la profundidad de la cultura mapuche. Hay precisión tanto en los testimonios como en la atmósfera espacial que complementa acertadamente la anécdota narrada.

 

Los últimos minutos, mediante revelados en negativo, registran imágenes de los espíritus que deambulan en el lugar, pero no retratando monstruos ni figuras espeluznantes, sino a través del abismo de la naturaleza.

 

Desde la concepción ancestral, la naturaleza no es una cosa, una simple fuente de recursos puesta al servicio de los seres humanos, que para el «huinca» asume una lógica de dominación y explotación sobre las demás formas de vida.

 

«En la cosmovisión de las naciones originarias, el mundo está vivo y todo lo que existe merece respeto, ningún ser es superior a otro».

 

Hay acierto por parte del documental en mostrarnos como una película de terror este apoderamiento de tierras cuya pertenencia entra en conflicto con la creencia de los mapuches.

 

Los arbustos cimbran como una amenaza siempre observante dentro de la profundidad de la noche.

 

 

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