¿Existen los rumores positivos en la vida real?
Todo transcurre en la zona francesa
de Normandía, específicamente en el puerto de Le Havre, arrasado durante la
Segunda Guerra Mundial y reconstruido en las décadas siguientes. El puerto es
el punto de llegada y de partida, el lugar de donde todo proviene, una metáfora
potente acerca del origen de las relaciones humanas.
La película transcurre en los tiempos
actuales, cuando no hay guerra, pero donde las migraciones ilegales suceden al
igual que en tiempos de guerra.
Kaurismäki lleva el relato por la
vertiente del cine negro, donde los policías representan a las fuerzas
represoras, pero jamás abandona la veta humorística, digamos luminosa.
Los planos fijos bien podrían haber
sido filmados por algún cineasta japonés, donde las flores son importantes, rematando
el film con un cerezo en flor despuntando en medio de un día esplendoroso.
Existe
un nexo evidente con «Casablanca» (1942), aunque Kaurismäki
aísla todo patetismo oponiendo el color al blanco y negro de Michael Curtiz. La
película transcurre en Francia (donde Rick conoció a Ilsa) pero el inmigrante
proviene de África («Casablanca» se filma en Marruecos); ambas películas transcurren en
puertos y ambos fueron claves durante las acciones de la Segunda Guerra Mundial.
Por último, existe un inspector de policía vestido de negro, pero no muy
querido que hace la vista gorda cuando llega el momento, descubriendo que en el
fondo tiene buen corazón.
Todas las decisiones de Marcel Marx
están pensadas en la armonía de su entorno, velan por el pequeño barrio que
habita y en definitiva representa el rumbo correcto que debería tomar la
sociedad para dejar atrás el odio y el resentimiento.
La realidad anterior: la desconfianza,
la envidia, la delación, se materializan en la enfermedad de Arletty, la esposa
de Marcel, una buena mujer que necesita la fuerza de su marido para vencer al cáncer.
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