PUNCH-DRUNK LOVE (2002)
Dirigida por Paul Thomas Anderson
Uno de los directores más interesantes
de las últimas décadas del cine estadounidense es sin lugar a dudas Paul Thomas
Anderson. Su estilo cinematográfico y riqueza temática se manifiesta en Boogie
Nights (1997) al retratar a una verdadera familia, aunque un tanto
distorsionada en los roles, dedicada a realizar películas pornográficas. Su
joya vendría siendo Magnolia (1999), película coral que transcurre en un
solo día y que relata historias aparentemente inconexas en donde un evento
fortuito y metafórico (que lluevan ranas del cielo) hace que todos sus
personajes se den cuenta de lo valioso de sus vidas, segundos antes miserables.
En 2017 este director nos volvió a enredar en una historia compleja (acostumbra
a trabajar con guiones propios) en que da vida al modisto que viste a la
realeza londinense de los años cincuenta, mezclando dramatismo y ternura con
una sensibilidad exquisita, un tono íntimo y retorcidamente humano.
Tras la espiritual Magnolia, que
entrelazaba personajes solitarios, brindándoles una salida inesperada a sus
vidas, Paul Thomas Anderson incursionó en esta película de ropajes
aparentemente románticos: Embriagado de Amor, en su traducción al
castellano.
Barry Egan es un personaje de los raros.
Ni grande, ni intelectual, ni refinado, según la escala de Nietzsche,
simplemente raro. Trabaja vendiendo productos al por mayor desde una bodega sin
muebles, está solo y su socio es un latino que apenas habla. Ha comprado
decenas de cajas de sopa, en forma compulsiva, que supuestamente le harán obtener
miles de millas de viaje. Prácticamente no conversa con otros seres humanos y
contrata los servicios de una línea telefónica, de manera también compulsiva,
para poder expresar el vacío de su alma desde el anonimato. No lo guía el sexo
ni la pornografía, simplemente no ha tenido novia y necesita urgente que
alguien lo escuche.
La mujer de la línea erótica intentará
extorsionarlo, mientras una amiga de su hermana, la encantadora Lena Leonard,
querrá involucrarlo sentimentalmente. El hombre antisocial la rechazará
inicialmente y Lena tendrá que tomar la iniciativa.
Barry tiene siete hermanas que lo
sobreprotegieron durante la infancia y hasta el día de hoy no le dejan un
centímetro de espacio vital. Su apariencia habitual es la de un hombre
tranquilo, pero cada vez que enfrenta un contratiempo, su personalidad explota
y destruye todo a su alrededor. La rabia contenida durante años le hace llorar
en privado, no ha cultivado emociones e incluso cree que requiere de un
psiquiatra porque sabe que llegará el momento en que tirará la toalla.
Al comienzo Barry desmiente a su hermana
para no asustar a Lena. Tienen una cita en un restorán y Lena se interesa en
sus excentricidades y a pesar de lo estrambóticas, se interesa en el verdadero
ser humano. Los primeros planos de Lena son muy dulces, realmente ella es una
mujer comprensiva que le ofrece su cariño.
Las escenas iniciales de la bodega son
claustrofóbicas y reflejan extrañeza. Barry se ha enamorado perdidamente de
Lena, pero de sus labios sólo surgen palabras automáticas. Barry es un buen
hombre y le confiesa sus rarezas e incluso le confiesa que destruyó el baño del
restorán. Cuando Lena lo invita a besarlo, la claustrofobia de los pasillos del
edificio no son impedimento para abrazarla. Cuanta emoción encierra esa escena,
lo complejo que sugiere ese abrazo para el director.
Lena lo invita a Hawai, por su trabajo
le toca viajar frecuentemente. Ambos personajes no representan a personas bien
parecidas que se encuentran, se desencuentran y que al final se reconcilian
mediante una cursi confesión de amor.
Vivenciamos un torpe cortejo de dos
personas solitarias en extremo. La trama de la línea erótica lleva a una
pandilla de hermanos a darle una golpiza y robarle su dinero. Al parecer ese
contratiempo no será suficiente para sacarlo de foco, pero la pandilla
comandada por Dean Trumbell (notable aparición de Philip Seymour Hoffman) se
estrella contra su auto, poniendo en peligro la vida de su amada. Barry
reacciona violentamente y les devuelve la paliza a los hermanos, para luego
acompañar a Lena al hospital.
Las escenas de encuentro entre Barry y
Lena son preciosas, planos a contraluz entre la multitud, los contraplanos de
la cena, la mirada encantada en el hospital… pero Barry es un hombre impulsivo
y viaja a Los Ángeles a enfrentar a Trumbell.
Ese evento irracional es el desencuentro
de esta anti-comedia romántica: a Lena la dan de alta y debe irse sola del
hospital. Imperdonable para cualquiera de estas comedias, pero Barry lo hizo
para proteger a su amada.
Cuando enfrenta a Trumbell en actitud
cavernícola, le expresa: «Tengo un amor en mi vida… me hace más fuerte de lo
que te puedas imaginar». Línea algo sentimental, pero perfecta para ese momento
de enfrentamiento con el agresor.
Lo maravilloso de los guiones de Paul
Thomas Anderson es que el espectador jamás previene lo que vendrá, son
continuos saltos al vacío y la estética y música con que envuelve estos relatos
causan extrañeza, pero sacan a la luz emociones muy tiernas y puras a partir de
expresiones desesperadas como la soledad, excentricidad, rabia o la
incomprensión de la sociedad.
En esta historia improbable de seres
dañados e incomprendidos hay amor. El director logra transformar una serie de
eventos calamitosos y violentos en una historia de amor mayúsculo. Aquí hay
amor por los actores y por los personajes, las acciones no importan, es la
secuenciación precisa del guion que le da cuerpo a esa mirada comprensiva de
Lena. Ella acepta al personaje de Barry, un sujeto limitado, acomplejado y sin
ninguna autoestima, simplemente ve el reflejo de su soledad a través de los
ojos de Barry.
Sólo un sentimiento tan noble como el
amor será cómplice de la lealtad, violencia cuando sea necesaria y en
definitiva dar ese salto al vacío tan manipulado de las comedias románticas.
En la historia de El hilo fantasma
(2017) la soledad del personaje hurgará en una arista distinta de amor. El
modisto descubrió a Alma (Mito de Pigmaleón) y la moldeó según sus exigencias,
ya encontrará una retorcida manera de enamorarse de su creación. Alma se dejará
admirar, pero a su vez admira a su creador, admira su genio y la belleza de sus
creaciones. Esa admiración se transforma en amor. Para convivir con el artista
necesita de su ternura, aunque sea en la mentalidad de un niño, necesita ser
correspondida a su manera, enamorar al artista y ser visible como mujer.
Algo similar exploró Paul Thomas Anderson en Punch-Druk Love, la
ternura de un ser dañado, hermético, violento. Lena permite que se exprese la
personalidad reprimida de Barry (incluso encauza la violencia), sólo su actitud
amorosa logra ese milagro.
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