EL POETA
Con la mirada torva de un emperador de Roma,
sin triunfos ni avenidas y cruel en el desprecio,
su tacto frío, inútil, carente de alegría,
su voz entrecortada, segura y en delirio
de inmensa catacumba y abismo sin desgracia.
Su corazón, que dicen, alado y en desdicha,
su corazón terrible, en el espejo siempre,
firmando algún poema que no tendrá destino,
temblando ante el desierto de incierta eternidad.
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