La obra de
Teresa Calderón es, sin ninguna duda, una de las más importantes de la poesía
chilena de los últimos cincuenta años[1].
Su contribución a la lírica chilena ha significado una integración de diversas
corrientes asumidas con propiedad y, más que eso, una relectura y
reprocesamiento de las mismas en el seguro hallazgo de una voz propia y
original. Así, encontramos al coloquialismo, al hermetismo, al humor, a la
intertextualidad, a un intimismo reflexivo, a una pertenencia urbana, a una
clara conciencia del género y a una asunción de la modernidad que han logrado
construir un público lector de inusitada fidelidad y que han merecido el
reconocimiento nacional e internacional de su poesía.
El libro que
hoy nos entrega, Eros, poemas de amor y
otros lugares comunes, es una perfecta síntesis de lo que he señalado más
arriba y, también, una muestra de madurez conseguida a fuerza de escritura, de
experiencia y de talento. Hay veces que, con los años, hay poetas que sólo se
limitan a repetir estructuras ya aprendidas y dominadas, a insistir en ciertos
“vicios y virtudes” de sus propias temáticas o a insinuar una lánguida
despedida de la literatura con textos sin mayor trascendencia o efectividad. El
caso de Teresa es absolutamente opuesto. Celebro su capacidad de transmutación,
su ingenio libre y fresco, su meditada certeza en conseguir poemas que
deslumbran y sorprenden pero que, a la vez, se conectan con su obra anterior y
prometen una obra futura. Aquí no se encontrará a una autora epigonal y
reiterativa, por el contrario, aquí he podido descubrir a una poeta renovada
que revisita temas y obsesiones (lo erótico y lo amoroso, evidentemente, entre
otros), pero que los y las observa (las vive, las escribe) desde un nuevo punto
de vista: como si inaugurara su mirada, por primera vez, frente al mundo y
frente a si misma.
Este poemario es un nuevo Arte de Amar que se desenvuelve en las
circunstancias del mundo contemporáneo con sus encuentros y desencuentros, sus
miedos y sus iras, su ternura y su rudeza. La poeta registra múltiples
vicisitudes con el amado siempre en la búsqueda insaciable de un sentimiento
que, por momentos, aparece prefecto y, por momentos, aparece trágico, como
suele suceder, casi siempre, en la gran mayoría de los afectos humanos.
La brevedad de los textos
convierte cada página en un tránsito hacia la otra, pero, a su vez, cada poema
como protagonista de una realidad diferente. El lector se enfrenta a una
multitud de luces y sombras, donde la sabia factura de cada verso hace de
espejo del texto anterior y, también, del texto siguiente. Existen “momentos”
diferentes, pero nunca contradictorios, se constituyen la analogía y la ironía
como descripción de un escenario cotidiano que explora en y detrás de las
palabras la realidad continua y discontinua de la existencia. Es en estos
espacios donde la poeta afirma un pensamiento poético y filosófico que ahonda
en su experiencia de la humanidad y del mundo que le ha tocado vivir. Así,
quede avisado el lector, que la aparente “facilidad” de muchos de los poemas no
es tal, y que, necesariamente, deben releerse con la pausa y con la meditación
que sólo nos entrega la mejor literatura.
Por último, quiero
destacar la sutileza y la gracilidad del estilo de Teresa Calderón. Esta es una
poesía que nos “encanta”, nos seduce, nos conmueve, es decir, que logra
hechizarnos desde que empezamos a leerla. Mucha de la poesía actual no
consigue, ni muy lejanamente, el mismo efecto… Pero, cuidado (otra advertencia
al lector), esta aparenta dulzura y esta fluidez hace que la autora incorpore
también trazas de crítica descarnada a las circunstancias del amor y, en
general, a las de la vida. Cada palabra, medida y calibrada, encierra un
universo de sentidos que la gran poesía consigue muy raramente, como aquí,
hacer de quien la lee o la escucha, un ser distinto, un “otro yo” que ha
cambiado los átomos de nuestra sensibilidad. Esta “magia calderoniana” es algo
que merece redescubrirse y relatarse cuando cerremos el libro y, en silencio,
quede vibrando, la palabra y su eco, en nuestro corazón y en nuestra
inteligencia.
Madrid, mayo de 2023.-
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