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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

sábado, 27 de agosto de 2022

"UN CUENTO DISFUNCIONAL" POR EL ESCRITOR ANÍBAL RICCI


 

–No creo en la astrología –declara el asistente a un evento empresarial.

–La gente revisa el horóscopo para disminuir la incertidumbre –responde un economista.

–La religión resulta un mejor refugio para capear esa incertidumbre.

–Mejor rezar para que los mercados alcancen su punto de equilibrio –complementa el economista.

–¿Entonces no crees en el mercado perfecto?

–Claro que sí –responde a la defensiva–. Los mercados se autorregulan en un juego de suma cero donde los precios siempre alcanzan su justo nivel.

–Más bien parece que se expanden sin control.

 

La empresa de papeles y cartones revisó su listado de precios y determinó que en diez años le había cobrado a cada chileno siete mil pesos en exceso, a razón de setecientos pesos de sobreprecio anual, el valor de un miserable confort en el negocio de la esquina. El mercado se autorregula. Mercado perfecto, dos empresas no son monopolio, lo etiquetan de libre competencia.

 

Años atrás una cadena de farmacias fue multada por pagar incentivos a los vendedores para ofrecer ciertos medicamentos específicos. Multa irrisoria, incluso la Corte de Apelaciones la rebajó a la sexta parte. Esta cadena venía de coludirse con las otras dos, otra multa irrisoria y los remedios no redujeron su precio hasta que surgieron farmacias independientes cobrando un tercio del valor. El mercado se autorregula. Un ministro de economía, ante esa competencia desleal, lamentó que la cadena de farmacias haya tenido que cerrar sucursales. Mercado perfecto, tres empresas se coluden y distorsionan el mercado de los medicamentos. Al economista le preocupa la quiebra de la cadena, no los consumidores ni tampoco el despido de trabajadores.

 

El engranaje entre los distintos mercados se equilibra y siempre vela por los consumidores. Una multiplicidad de precios justos. Un peatón compra un remedio a dos mil pesos y en otra farmacia lo puede encontrar a cuarenta mil. El mismo compuesto envasado por el mismo laboratorio en cajitas de colores diferentes. Tres cadenas coludidas actuando como monopolio para vender artículos sensibles a la población, la salud de por medio, pero en cambio el mercado de los pasajes en avión es competitivo y muy utilizado por el cinco por ciento más rico de la población. Mercado perfecto, el universo siempre arroja precios adecuados.

 

Sueldo mínimo de cuatrocientos mil pesos y medicamentos más caros que algunos pasajes aéreos. Ese gerente general es tan productivo que su trabajo es remunerado por las nubes para que mantenga los costos a raya, incluido los salarios de sus subalternos. Para qué hablar de los sueldos de nuestros parlamentarios. El mercado del trabajo se autorregula, bajo el supuesto de que algunos gerentes son treinta veces más productivos que sus empleados. La explicación es que el trabajador carece de capacitación y no se le puede pagar mejor (salario de mercado le llaman) porque es muy poco productivo. No se darán cuenta los empresarios de que al mantener empleados con bajos sueldos, el poder adquisitivo de sus empleados se precariza y conduce a que los mercados se estanquen y pierdan dinamismo.

 

Los economistas comentan que ha disminuido el ahorro en las familias. ¿Cuál es la razón para que esas familias se tengan que endeudar hasta seis veces su sueldo? Tienen todo al alcance: remedios en cada esquina, ropa que pueden comprar en cómodas cuotas. Cuando el Banco Central rebaja la tasa de política monetaria, los bancos de la plaza siguen cobrando máximas convencionales a las pequeñas y medianas empresas. El mercado de las tasas de interés se autorregula, los que ganan menos pagan hasta tres veces las tasas aplicables a los de mayores ingresos. Los economistas llaman a eso “democratización del crédito”, que antes no llegaba a todos los hogares (de qué se quejan), el problema radicaría en que la población más vulnerable no tiene cultura crediticia. La democratización del crédito no puede ser observada como algo positivo, si lo único que logra es disminuir el poder adquisitivo de los sectores de menor ingreso.

 

El mercado se autorregula en beneficio de los más ricos, así funciona el libre mercado.

 

¿Cuándo se entenderá que los mercados no son perfectos? La colusión de los pollos, de las farmacias, Agrosuper que debe cerrar en Huasco porque sus dueños contaminan el medioambiente.

 

A partir de repactaciones unilaterales en los créditos de la multitienda La Polar, se han sucedido diez años de abusos de algunos grupos empresariales, existiendo una alta probabilidad que, durante el estallido social, mucha gente haya avalado la quema de estaciones del tren subterráneo producto del cansancio de la población ante las sucesivas vulneraciones de sus derechos. Para salir de la crisis, los habitantes del país estuvieron mayoritariamente de acuerdo en la convocación a una convención constituyente que aplacara el signo abusador que la antigua constitución propugnaba a través de la tesis del Estado Subsidiario. Los empresarios aprendieron a violar ese principio y vendrían siendo de los grandes culpables del estallido social que no vieron venir.

 

Chile está plagado de mercados imperfectos (bancos, farmacias, AFP, Isapres, supermercados y decenas de industrias con dos o tres empresas dominantes) y a eso hay que agregar la corrupción de grupos privilegiados (algunos empresarios y políticos) que fuerzan un nepotismo a ultranza.

 

El Estado debe regular fuertemente los mercados para que los corruptos de siempre no saquen ventaja. Las estaciones del Metro fueron quemadas, quizás el único ícono democrático de este Chile de gran ingreso per cápita. Grupos violentos se abalanzaron sobre las estaciones, tan imperfectos son los mercados chilenos que hasta oponerse a los intereses del actual sistema resultó injusto. Salió a protestar la clase media que no sufre deterioros inmediatos en su calidad de vida, solamente un par de caminatas, mientras los habitantes de la periferia tardaban el doble en llegar a Plaza Italia. ¿Cuáles fueron las estaciones destruidas? Justamente las de las comunas más vulnerables. El mercado de las protestas tampoco se autorregula: los pobres pagan más que los ricos, los ambulantes (de ingresos precarios) son los que dejaron de percibir ingresos en esos días de algarabía.

 

Incendiar las estaciones del Metro fue el símbolo de la furia acumulada durante diez años. Si continuaba el statu quo, quizás hubieran derrocado al Gobierno de turno. El problema es que muchos de los sectores progresistas avalaron esa violencia desatada que se volvió parte del escenario nacional.

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