DANIEL OSORIO, Fragmentos e iluminaciones
Dias atrás me llamo Mirka para decirme, compartirme la pena de que Daniel Osorio se habia muerto. No entendí mucho: que le habian tratado como asmatico y que tenia fibrosis quística, que a su diabetes, se habia añadido esta enfermedad y que se habia deteriorado muy rapido y habia muerto en la madrugada. Me abismé, me costó asimilarlo, solo entendí, solo sentí la pena. No pude escribir siquiera unas palabras de despedida, recien ahora puedo hacerlo, recordar. Busqué durante días sus últimas fotos, entrevistas, del tiempo que habiamos dejado de vernos. Recuerdo el año de mi llegada a Chile, 1995, donde arribé por una carta de invitación de Daniel. Fue él, quien a nombre de la revista que hacía, me extendió la invitacion para que yo pudiera salir de Cuba y como le gustaba recordarme eso y bromearme diciendome que los versos que yo nunca debía olvidar del himno nacional chileno eran: " o la tumba serás de los libres o el asilo contra la opresión". Año 1995, invierno, Daniel con su abrigo largo de poeta, con su primer y único libro de poemas publicados, en mano, con una nota de Teillier, pasaba a buscarnos a mi pareja y a mi, carenabamos en algun bar, hablabamos toda la noche. Los encuentros se repetían, durante noches, durante años, se extendían a otros amigos, complicidades, reuniones, lecturas. Recuerdo el humor y la delicadeza de Daniel, su ironía y su autoironía, esa manera de percibirse y trabajar sin grandilocuencias, con rigor y sin alardes.
Ejercía el periodismo, la docencia, fue documentalista, fue un lector voraz, un espíritu inquieto, que buscaba en los libros, en la vida y que caminaba creando por el parque Forestal. Admiraba la literatura francesa y a Saint Exupery, reportero, aviador. Creo que le seducía su vida aventurera, la mezcla de literatura, escritura y heroicidad. Creo que Daniel era un aventurero por dentro, que ironizaba sobre la chatura de un tiempo donde "no habia nada grande que hacer".
Nos veo en la "Fuente alemana" con una jarra de cerveza, nos veo en "Las Lanzas", en el "Prosit", nos veo en las piezas de turno. En el "Tavelli" recitando juntos el poema "Desayuno" de Prevert.
En sus últimos años padeció, (no lo merecía).
Dicen que la niña que lo cuidaba en el hospital, paso a cuidarlo a la casa y que queria llevarselo, como en un vuelo desesperado a Melipilla. (Daniel no solo era tierno, sino que provocaba la ternura en los otros). Amigo, dejo una vida de fragmentos, de iluminaciones. Murió dejándonos a los que lo quisimos un poco huérfanos, consternados y agradecidos, a un tiempo, de haberlo conocido y compartir con él, antes de que se lanzara, definitivamente, al vuelo que siempre quiso hacer.
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