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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 9 de enero de 2022

TRES POEMAS DEL ESCRITOR CHILENO THEODORO ELSSACA



 

Damero

 

Bajo un reloj detenido por siglos

el pianista ciego eleva la música

pulsando con certeza las blancas de marfil

y matemáticas las negras de ébano.

 

Sus manos se reflejan áureas

en la lustrosa madera,

secreto sarcófago de mi nostalgia

sobre el marmóreo damero.

 

La clavija de bronce bien templada.

En el cielo, lámparas de fulgor y cristal

luz absorbida en el granate del terciopelo

como el sonido y las voces que me abandonaron.

 

Hace reverberar imágenes insepultas

que emergen de la negrura del instrumento

igual a un halcón herido

arrastrado por la tormenta.



Geometría de las Palabras

 

Hago malabares con el lenguaje,

lanzo al aire lo genuino matérico

de la escritura, busco sus facetas,

los prismas que cortan cada rasgo.

 

Para mí las palabras son tridimensionales.

Unas más cúbicas, pentagonales,

poliédricas o redondas,

que en su movimiento se tornan

esféricas, y danzan entre pirámides

construidas con letras o sonidos

de palabras iridiscentes. Veo en el aire

sus palmarios movimientos áureos.

Se armonizan y forman conjuntos

o colisionan semejantes a meteoritos.

 

En su vulnerabilidad o riqueza

pulsan con fuerza sus códigos.

Conjuro de la palabra poética.

Crean diagonales y tangentes,

construyen la geometría semántica

de nuestros delirios y pensamientos.

Se elevan como torres de marfil.

Desde sus miradores auscultan

cada idea nuestra, enarbolada

con sus significantes enmascarados.

 

Subrepticias nos demuestran que somos

lo que pensamos:

                      palabras.



Selva de mi Sur

 

Asumo el paisaje

en íntima actitud poética.

He visto bosques dialogando

al viento, o petrificados

bajo la densa niebla.

Permanecen erguidos bajo la lluvia

y en la noche giran con los astros.

 

He conocido árboles

mejores que personas.

 

Un olivo me saludó al paso

y besó mis heridas abiertas.

Heroicos elevan su fruto místico

emblema triunfal de la historia,

testigos de la magnética Palestina.

 

He visto asesinar bosques,

caer como dignos gigantes.

 

Respira la arboleda el mismo aire

que respiró el tyranosaurius rex,

respiro.

Bebo la misma agua

que Heráclito viera pasar

por aquel río legendario,

la misma agua que el bosque y el rex.

 

Habitado por ninfas y leyendas,

el boscaje es la selva de mi sur,

donde relampaguean ojos de huemul.

 

La floresta es la vestidura de la tierra,

en el misterio de su éter reside el aura.

 

He visto asesinar bosques sin pensar

que son más necesarios que personas.

 

Aquí hubo un bosque

hoy, rodeados de muerte,

solo quedan cenizas en el aire.

 

Quise salvar al bosque, al mundo.

Solo quedan cenizas en el aire.

 

Tal vez, tal vez la humanidad

no merezca seguir viviendo.



Theodoro Elssaca es poeta, narrador, ensayista, artista visual, fotógrafo antropologista y expedicionario. Viajero impenitente y autor de numerosos libros, desde: Aprender a morir (1983), pasando por Viento sin Memoria (1984), Rapa Nui (1988), El espejo humeante-Amazonas (2005), Travesía del Relámpago (antología, Madrid 2013), Fuego contra hielo (Madrid 2014), Celebración del instante 365+1 Haiku (Ediciones UC, 2018), hasta su reciente obra Huésped del aire-visiones desde la pandemia (HB Editores, 2021).

Ha recibido reconocimientos como el Premio Mihai Eminescu, por su prosa, Rumanía (2013). Premio Poetas de Otros Mundos, España (2014). Premio Rubén Darío, otorgado por el Instituto Literario y Cultural Hispánico de California-Westminster (2018). 

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