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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 10 de abril de 2016

"EL MARTIRIO DE LOS DÍAS Y LAS NOCHES" DE ANÍBAL RICCI, NOVELA, 2015



A noventa kilómetros por hora atravieso la carretera dentro de las normas permitidas. He recorrido tantas veces este mismo túnel. El tacómetro no sobrepasa las tres mil revoluciones. Pienso que ningún esfuerzo por agradar debiera durar tantos años. Acelero con la esperanza de alcanzar algún destino. Son doscientos los kilómetros que puedo recorrer en una hora aunque el túnel no tiene más de dos mil metros. Las luces artificiales se transforman en líneas que van convergiendo. La ruta se hace cada vez más angosta y a pesar de los destellos me transporto a otro túnel menos alumbrado. Es de una sola vía con un semáforo de advertencia. Lo recorro en medio de una oscuridad extrema. Las luces del auto le dan un tinte azul a las rocas, un azul tenebroso que me hace pensar en un cielo sin estrellas. Pierdo mi brújula por satisfacer deseos que me hacen sentir culpable. Por años me he escudado en el amor de mi esposa, vislumbrando el futuro a través de sus ojos. Dice estar deprimida, pero no puedo hacer nada. Me deja abandonado en una enorme caverna para la que aún no estoy preparado. Del túnel del amante paso a sentirme borracho ante problemas que me angustian. Debería borrar mi historia y partir de cero. Estar solo no es fácil aunque contraer matrimonio siempre me pareció un salto a ciegas. Prefería fiestas y cenas románticas en restoranes de moda aunque el sexo pasajero me hiciera un peor amante. Busco luz en el pasado y retrocedo. Subimos al cerro San Cristóbal en medio de una intensa niebla. Al llegar a la terraza del funicular, montamos las bicicletas al hombro y escalamos hasta la virgen por un sendero de tierra. Ascendemos por su pedestal de cemento entre una bruma tan densa que a cada paso van desapareciendo los peldaños. Nos vemos suspendidos en el aire. Con mi amigo somos los únicos moradores de una isla de peldaños que se pierden entre las nubes. Ahora requiero escapar de borracheras interminables y de luces que transcurren a mayor velocidad. Pasado y futuro me hacen perder el sentido. El licor confunde imágenes que me dejan tranquilo en un presente que no duele. Cuando niño pedaleaba como loco. Subía a mi bicicleta y recorría parajes a mi alcance. No era necesario frenar teniendo al tiempo como aliado. Con el paso de los años fueron desapareciendo muchas rutas posibles y la depresión me hizo dejar el trabajo. Ya no tenía sentido esforzarme para satisfacer a mi esposa. El pasado nunca terminaba de ocurrir y yo solo deseaba llegar pronto al final del túnel.

A la venta en Librería del GAM
y en librerías ANTÁRTICA.

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