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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

lunes, 7 de febrero de 2022

DOS COMENTARIOS DE CINE DEL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI: SOBRE "THE FALLOUT" Y "EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS"





 

THE FALLOUT (2021)

Dirigida por Megan Park

 

Existen películas concebidas desde la simpleza, con personajes bien dibujados y que rehúyen de la pretensión.

 

The Fallout es una revisión de un tema importante en Estados Unidos: los atentados de armas automáticas al interior de las escuelas. La cinta inicia con el ruido de un fusil de asalto, que ocurre cuando las dos protagonistas se encuentran en el baño. Se refugian en una cabina y sus emociones de vida o muerte transcurrirán en un metro cuadrado.

 

Es muy inteligente no mostrar los tiros, ni los cuerpos caídos, sino enfocarse en el descalabro interior que deberán abordar las dos quinceañeras.

 

Es tan potente el crash en sus vidas, que la directora se enfocará principalmente en una de las chicas, que queda enganchada a los videos de baile que sube su nueva amiga a las redes sociales. La situación las unió para siempre, aun cuando Vada es mucho menos popular que la perfecta Mía. Megan Park simplifica el punto de vista, debido a que se toma en serio el conflicto: la mente de la chica ha estallado y sólo se expresará a través del ostracismo.

 

La familia está muy preocupada. Vada ahora percibe el mundo como Mía, ellas estuvieron juntas durante ese evento extremo, la experiencia más angustiosa de sus vidas.

 

La protagonista se refugia en su cuarto y se ausentará varios días del colegio, sólo se comunica a través del celular con su nueva amiga y acude a su casa de máximas comodidades. Percibe nuevas sensaciones en ese ambiente higiénico, de alguna forma suprimiendo el dolor. Los padres han contratado una terapeuta, que la ayudará en este proceso que no debiera ocurrirle a ningún adolescente.

 

Vada está descolocada. Se drogará durante una clase y se tomará la vida de forma liviana, mientras su mejor amigo se transforma en un activista por el derecho a vivir sin violencia. Mía no abandona la confortable casa de sus padres que están de viaje. Acoge a Vada sin pedirle nada a cambio. Se zambullen en la piscina, beben vino y se relajan en el jacuzzi.

 

No es la típica película de adolescentes rebeldes que van a fiestas, sino que afrontan su realidad de acuerdo a lo que les dicta su imaginación. La primera experiencia sexual será sólo un ingrediente para hacer surgir esa angustia que permaneció congelada desde el día del tiroteo.

 

La protagonista no siente nada, tampoco empatía por los que fallecieron. Se vuelve una extraña para sus padres y hermana menor, mientras la psicóloga le indica que debe dejar aflorar las emociones para darle sentido a esa violencia encapsulada.

 

Los diálogos son muy simples, la ausencia de conversaciones rebuscadas le da mayor densidad al proceso que están viviendo las amigas. Es una búsqueda interior, la directora recurre a gestos más que a palabras y la joven actriz Jenna Ortega se transforma en la vía de comunicación con el espectador. Es difícil modular un proceso introspectivo y Megan Park, con un montaje simple, nos sumerge en la comprensión del conflicto.

 

El espectador agradece esta lúcida hora y media de reflexión.


EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS (2021)

Dirigida por Guillermo del Toro

 

Cine negro de tomo y lomo, retratando a perdedores que se hunden en un entorno brumoso, con una femme fatale que le hace el peso al protagonista.

 

Inicia con la llegada de un buscavidas a una feria de seres anómalos, que asombran a su público al representar rarezas de la naturaleza, y que tras ese espíritu de aura extraordinaria esconde a personajes que buscan el anonimato.

 

Stanton Carlisle no tiene dinero, pero su ambición y hambre lo vuelve un personaje imprescindible dentro del entramado circense. Utiliza sus recursos de persuasión para robarle los secretos de un acto de adivinación a un hombre viejo y alcohólico.

 

Enamora a una chica que soporta grandes cargas de electricidad y la seduce para que forme parte de un acto único para un público selecto. Carlisle proviene de un ámbito miserable, razón por la que entiende el mundillo pueblerino del circo, se adapta a su precariedad, aunque sus ojos están puestos en la gran ciudad. Anhela que su número de espiritismo alcance ribetes de notoriedad, pero no le interesa tanto el nivel de su acto, sino acceder al dinero de los magnates.

 

En uno de aquellos espectáculos, la glamourosa psiquiatra Lilith Ritter intentará desenmascarar el fraude que Carlisle ha montado con la ayuda de la cándida Molly. La comprensión del espíritu humano le hace superar el impasse e incluso humilla públicamente a la doctora.

 

La ambición de Stanton querrá utilizar los secretos psicoanalíticos de los prominentes pacientes de Ritter. A cambio, la psiquiatra escudriñará en la mente del buscavidas y descubrirá un odio soterrado hacia el padre, que incluso lo indujo a provocar su muerte.

 

Stanton es un personaje herido durante su infancia y el director insinúa algunos abusos abominables. El tema matriz que Guillermo del Toro desarrolla a través de oscuras y hermosas imágenes será que los daños profundos prodigados por familiares cercanos realmente fracturan el alma del ser humano y lo convierten en un monstruo.

 

El director dedica dos horas y media a mostrarnos el derrumbe del protagonista hasta unos abismos insospechados. El virtuoso montaje se enmarca en exquisitos fundidos a negro, de una fluidez asombrosa, a la vez que la reconstitución de época da una idea de que el mal ha estado presente desde siempre, que contrasta con la universalidad del guion que se encarga de romper las barreras del tiempo.

 

Carlisle es un ser sin escrúpulos que engatusa a Molly con sus mentiras, pero al conocer a la doctora Ritter se convence que puede convertir esas mentiras en realidad. Manipula las emociones de los demás y cree estar utilizando a la psiquiatra en sus oscuros propósitos. Llega al punto de engañarse a sí mismo y creer que ayuda al prójimo.

 

La primera vez que se topó con Lilith Ritter le profetizó que ella no era una persona importante, pero esa alma oscura, que al parecer no sufre angustias materiales, se ha llegado a sentir ofendida. Al fin y al cabo, al igual que Stanton, intenta manipular las emociones de los demás. Ritter desea sentirse poderosa para controlar a los acaudalados de la ciudad, en cierta medida sus objetivos son aún más oscuros.

 

En un logrado juego de espejos, ambos protagonistas cargan con cicatrices imborrables y se manipulan el uno al otro en una empresa en la que Ritter le advierte a Stanton que, si descubren su engaño de fantasmas, los poderosos serán inescrupulosos y lo harán desaparecer de la faz de la tierra.

 

Esos fantasmas atormentan a quienes lo tienen todo en términos materiales. Esa abundancia de la que carece Carlisle lo hará cometer actos deleznables. El dinero y la fama lo harán descender a lo más profundo del pozo.

 

Del Toro muestra un mundo donde los ricos ya perdieron sus almas, pero Stanton será capaz de burlarlos y descender todavía más. Ritter lo seduce y le hace creer que la ha conquistado. Eso junto al dinero aparentemente lo hacen invencible. Pero los engaños cobrarán sus víctimas y la psiquiatra le hará probar de su maldad.

 

Lilith Ritter utilizó la vanidad de Carlisle, pero ahora lo ha despojado de su dinero y ha grabado su confesión. Le enrostra si ahora ella le sigue pareciendo una persona insignificante, definitivamente lo ha aplastado como a un insecto.

 

Las heridas de la psiquiatra eran mucho más profundas y su maldad y deseos de venganza estaban por sobre los mezquinos intereses humanos. Ella se ha vuelto más rica y poderosa, ahora guarda secretos inconfesables de la aristocracia de la ciudad. Mientras más acaudalada, más podrida su alma, al contrario de Carlisle que junto con el dinero ha perdido hasta su dignidad.

 

El otro lado del espejo no tenía fondo. La doctora Ritter sorprende al no tener límites y descender al mismo infierno, en cambio el purgatorio de Carlisle lo convierte en un alma perdida, ahora alcohólico y que será humillado en el futuro cuando vuelva a su mundo de origen, quizás siempre fue la atracción principal entre los freaks.

 

El descenso de Carlisle será en caída libre, ha perdido su alma en la ciudad y finalmente su humanidad en ese pueblo de almas derrotadas. Terminará refugiándose en la feria de seres anómalos donde su identidad desaparecerá para siempre.


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