(Balbuceo místico)
AQUELLA, MI HERMANA ME
DECÍA:
Sigo sin tenerte, y más,
aunque te tengo sólo es que te tomo en nada. Somos como este sol que en
cautiverio, solos vivimos nosotros, los dos justísimos y solos. Yo, en el cáliz
de ese sol. Tú, en cautiverio siempre, en
cautiverio. Juana de la Cruz, mi Santa Juana, la querida de los muros de aquella
Ávila mayor. ¡Ay, decían, todas “¿esa Santa?,” ¡Ay de mi Toledo y mi Castilla!
Ella sabe. Yo también. No
son demonios ni preguntas. No. No hay respuestas. Algo que nos cruza todo el
aire y entonces, así, se desmorona todo. Ese algo que se nos fue y no regresará
y que nunca se nos va. (Así mi Dios pensado).
“Fuera los metódicos, los
lógicos, los médicos, poetas, esos santos, aquellos locos del azul torturadores”.
Teresa escribe y “todos temen siempre”. Teresa piensa y nadie contradice (Así
mi Dios pensó).
“El mundo ya es esférico,
la mula es solo un grito” y el capitán sin trance, agudo, ágil; siempre comandando,
siempre (así mi Dios lo dice) y avanzando…
“La porquería es Dios y Dios la porquería”. “La distancia siempre es lejos”, capitán.
“La distancia está muy cerca”, dice el brigadier.
Y entonces aparece, sin
brazos, sin cabeza: solo aquellos ojos que irán a hablar a Dios y a “aquellas dolçes
huestes desvaídas”: Nada pasará y será muerte. Avivo a Dios y entonces hablo:”
Lo digo en penitencia.
DIOS ME GUARDE.
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