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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 16 de diciembre de 2015

CRÍTICA DE CINE: "LA VENUS DE LAS PIELES" (2013) POR ANÍBAL JORGE RICCI



Dirigida por Roman Polanski
 «Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer» (Libro de Judit, 16, Cap. VII) es el epígrafe de la película, como también de la novela del austriaco Leopold von Sacher-Masoch (escrita en 1870 y que aborda el origen de las relaciones sado-masoquistas). Esta última sirvió de inspiración para la obra del dramaturgo David Ives (nacido en Chicago, 1950). El protagonista de la cinta (Thomas), por su parte, hace su propia adaptación de la obra, ahondando en los abusos infantiles como origen del amor sado-masoquista. Este director recurre a su propia historia (también a la biografía del propio Polanski) para interpretar las líneas de Severin (personaje) ante una actriz vulgar que interpreta a Vanda (el otro personaje), en momentos de la audición a esa actriz, que de pronto sorprende al director con un conocimiento profundo de las líneas. La puesta en escena, en un escenario sin público, nos coloca a los espectadores de la sala de cine en una posición privilegiada ante esta visión de múltiples espejos provenientes de autores de diferentes nacionalidades, lo que le confiere a la representación un carácter universal. En el transcurso del metraje hay una constante confusión entre la realidad (de los dos únicos actores) y la ficción de los personajes. El director propone que el amor es un juego de poderes, donde uno de los dos amantes ejerce violencia sobre el otro, mediatizando la pasión a ese enfrentamiento básico de fuerzas. Flota la idea de un hombre masoquista que se deja humillar por una mujer que asume el papel de sádica. Toda esta violencia se trasluce en las palabras que intercambian los personajes-actores. "La moraleja es que, tal como la naturaleza la ha creado y como el hombre en la actualidad la trata, la mujer es enemiga del hombre, pudiendo ser su esclava o déspota, pero jamás su compañera". Cada uno de los creadores es hombre y se ufana de su conocimiento de las relaciones de pareja. Se atribuyen intelectualidad y apertura de mente, cada vez que Thomas se queja de las continuas interpretaciones de Vanda al contenido de la pieza dramática. Hacia el final, los papeles se han trastocado: Thomas interpreta a Vanda, y Vanda a Severin. La vulgar actriz termina haciendo gala de una cultura incluso mayor a la del director, para terminar interpretando a una Venus que viene a rescatar a la mujer (como género) de un texto tan absurdo y anticuado: reducir los papeles de una relación a los de un yunque y un martillo.

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